Thursday, January 12, 2017

ROSARIO REXACH (1912-2003)

PEDAGOGÍA Y LITERATURA RUMBO AL TIEMPO CIERTO

Por Eduardo Lolo

    
El autor junto a Rosario Rexach en el año 2000
  Ante el fallecimiento del destacado hispanista argentino Enrique Anderson Imbert, la Revista Hispania (Volumen 84, número 2, mayo del 2001) comenzó su entrega con una sección especial dedicada al conocido pedagogo y estudioso de nuestra cultura. La iniciaba un trabajo titulado “Enrique Anderson Imbert: notable escritor y profesor (1910-2000)” que, para alguien como yo con cierta experiencia en publicaciones, no podía ser otra cosa que una nota editorial a manera de introducción de la sección de homenaje referida. Comencé mi lectura pero, sin haber terminado todavía el cuarto párrafo, sentí que el texto se me hacía conocido. No podía serlo, obviamente. Tenía que ser entonces el estilo, la forma de articular ideas e imágenes, pausas y palabras. Y sin esfuerzo alguno pude identificarlo. Pensé entonces con sorna: “¡Quien escribió este editorial está copiando el estilo de Rosario Rexach!” Como los editoriales no se firman, no me tomé el trabajo de intentar descubrir quién era el autor o autora del ‘plagio’ estilístico que, continuando la lectura, se me hacía más evidente. El final de la pieza me deparó una sorpresa: no se trataba de un editorial, aunque se utilizó con tal intención un texto firmado. Y la persona responsable de semejante copia estilística, quien sin una sola referencia o nota de agradecimiento había estado utilizando alevosamente el estilo de Rosario Rexach, era nada más y nada menos que… Rosario Rexach.
      Cuba era una república adolescente cuando llegó a la vida, en una cuna humilde, la autora que nos ocupa. Habla muy bien de esa Cuba el hecho de que la joven Rosario, a pesar de su modesto inicio y su condición de mujer en un mundo donde todavía las mujeres eran ciudadanos de segunda clase, pudiera completar una sólida formación académica y ascender a los más altos peldaños de la escala cultural de su tiempo. Y es que en ese país imberbe era ya posible encontrar las semillas que, una vez germinadas, pondrían a Cuba entre las naciones latinoamericanas más destacadas de su tiempo. Aunque también las primeras cepas del virus que, a la postre, acabaría con la República misma. Rosario Rexach fue el producto feliz de esas semillas y luchadora infatigable contra ese virus.

            Su primer paso, como el de muchas intelectuales cubanas de la época, sería la Escuela Normal para Maestros. La formación allí recibida terminaría siendo no sólo un elemento fundamental de su vida, sino también de su estilo, como luego veremos. De estudiante universitaria, jugó un papel importante en la lucha contra la dictadura de Gerardo Machado y abrazó activamente los principios de igualdad y justicia que se convertirían en el punto cierto de todas sus partidas. De ahí que no extrañe el contenido de su primer trabajo publicado: “Orientación vocacional de la mujer en Cuba”, aparecido en el periódico El Mundo en 1938, donde aboga por el avance de la mujer cubana de entonces en el campo artístico y profesional. Pero posiblemente el punto culminante en su formación intelectual sería su asociación profesional con los educadores Roberto Agramonte y Jorge Mañach, conocidos estudiosos de Martí y personajes históricos ellos mismos dentro de la primera República de Cuba. Particularmente Mañach es considerado el mejor ensayista cubano del siglo XX, con una vasta obra que se resiste a perder vigencia y sigue apelando a los lectores actuales como lo hacía varias décadas atrás. Así, gracias a la plaza que ganara ‘por oposición’ en la Universidad de La Habana, Rosario Rexach tuvo el privilegio de beber directamente de una de las fuentes fundamentales de la cultura cubana. Y ser también su más cercano colaborador en proyectos pedagógicos tan avanzados que hoy en día se consideran modernos. Informa al respecto Patricia Pardiñas-Barnes:

…Rexach was among the first Cuban women involved with pedagogical applications of modern technology. Her voice was heard via CMQ radio waves from 1949 to 1953, where she participated in “long-distance learning” (in today pedagogical jargon) at La Universidad del Aire, opening the virtual classroom to as many Cubans as possible to present and discuss national identity concerns and cultural issues. La Universidad del Aire was a cutting-edge educational program created by Jorge Mañach, her mentor and university colleague.[1]

      Ese llevar la escuela más allá de las aulas tradicionales sería una constante en los esfuerzos de Rosario Rexach en la promoción de la cultura. De ahí que junto a figuras tales como Anita Arroyo y Elena Mederos –entre otras destacadas intelectuales cubanas de la época– haya sido parte activa de la Sociedad Lyceum de La Habana, organización privada sin fines de lucro dedicada al fomento de la cultura que se colocaría a la cabeza de las entidades culturales criollas de entonces y de la cual Rosario Rexach sería elegida Presidenta en dos oportunidades.
Caricatura de Rosario Rexach por Conrado Massaguer
      El posterior desplome de la República de la cual había sido producto arrojaría a Rosario Rexach a las siempre extrañas tierras del exilio. Desde el punto de vista intelectual tal experiencia no creo le haya sido del todo desconocida. Sus estudios de la vida y obra de Félix Varela y José Martí puede que ya le hubieran dado un atisbo de ese soñar sueños ajenos que es el exilio. De pronto la cubanía en la diáspora, que había sido hasta entonces objeto de estudio, se le convirtió en objeto de vida. Pero para Rosario Rexach, como para la mayoría de los exilados cubanos, Cuba en la lejanía se haría más Cuba aún.
      Ese ahondar en su identidad nacional y los fundamentos de su cultura no era nada nuevo en la obra de Rexach. El pensamiento de Varela y la formación de la conciencia cubana data de 1950, un enjundioso ensayo donde va identificando, con mirar a su alrededor histórico y cultural, elementos evidentemente entroncados en la obra del presbítero. Un poco más adelante, en 1954, publicaría El carácter de Martí y otros ensayos, uno de los trabajos individuales de más solidez intelectual de los editados con motivo del Centenario del Apóstol. Lógica continuación y profundización de ese ir a la semilla, aun lejos del tronco, serían estas cuatro colecciones de ensayos publicadas en el exilio: Estudios sobre Martí (1985), Dos figuras cubanas y una sola actitud (1991), Estudios sobre Gertrudis Gómez de Avellaneda. (La reina mora del Camagüey) (1996) y Nuevos estudios sobre Martí (2002), su obra póstuma.
      Llama la atención que tanto la primera como la última obra de la Rexach publicada en el exilio hayan sido estudios martianos. Pero no creo estemos en presencia de, simplemente, una afortunada coincidencia. El primero, con prólogo de Gastón Baquero, reproduce en su parte inicial el libro publicado en 1954 y que el gobierno castrista trató de hacer desaparecer, y reúne en la segunda nuevos ensayos sobre Martí escritos en el exilio. Nuevos estudios sobre Martí aparecería un año antes de la muerte de la autora, con prólogo de quien estas líneas suscribe. Forman esta postrer entrega 10 ensayos seguidos de dos trabajos menores y una bibliografía activa a manera de apéndices.
Median, entre la colección de ensayos martianos de 1954 y la del 2002, no sólo casi cinco décadas, sino también la distancia entre el dolor referido y el pesar conocido, entre el homenaje optimista y la historia repetida. En la primera compilación, se hace evidente que la autora es un producto tangible del martianismo –aunque incompleto– de la primera República de Cuba. Escribió las otras dos colecciones una seguidora de Martí en el exilio por la traición absoluta de ese ideario estudiado. Martí es el mismo e iguales las pupilas que lo escudriñan, sólo que en las recopilaciones editadas en el exilio son pupilas humedecidas. La Rexach escribió sobre Martí en Nueva York y en España mientras vivía desterrada ‒como el objeto de sus investigaciones e interpretaciones‒, en esos lugares. Así, estudió al Apóstol andando sobre sus huellas en la nieve neoyorquina, palpando en los muros antiguos de Madrid la superficie de los muros habaneros de su infancia y juventud. Como Martí casi un siglo antes, tuvo que hacer también una gran decisión. Y no dudó un instante: permanecer, sin componendas con el yugo, en el exilio. De paso siguió su vocación de maestra, incluso –como en La Habana– más allá del salón de clases, y con el mismo éxito. De ahí que, entre otros reconocimientos recibidos en el extranjero, haya sido elegida académica de número de la Academia Norteamericana de la Lengua Española.
     
Pero esa mirada desde ‘afuera’ le permitió a Rosario Rexach conectar la historia pasada con la de su presente, al punto de casi borrar sus fronteras temporales. Nada sorpresivamente se percató de que la cultura cubana es un fluir que puede repetir, cíclicamente, la presencia de una figura que, pese a las diferencias físicas y epocales, representa un mismo elemento que trasciende. Tal es el caso de Félix Varela y Jorge Mañach, a quienes estudia y eslabona en su segunda colección de ensayos publicados en el destierro. Ve en ellos una sola actitud, producto en ambos de un tormento similar. De momento, Varela se desintoxica de pasado y emerge en Mañach. La Cuba de la Colonia se hace la Cuba del totalitarismo. Hay una misma actitud porque hay un medio similar y una valentía semejante para enfrentarlo. La Rexach los estudia y nos hace llegar a la conclusión de que semejante actitud está del todo vigente, de que en cualquier momento daremos la bienvenida a un nuevo Varela-Mañach. Y algo de eso me permito conjeturar andaba en su mente cuando escribió la dedicatoria del libro. Sus trabajos anteriores habían sido dedicados a afectos de su entorno familiar: a la memoria de sus padres, a su hermano Eduardo, a sus sobrinas-nietas. Aquí reza: “A la memoria de Reinaldo Arenas, buen amigo, gran cubano y excelente escritor.” ¿Acaso el libro no trataba de Varela y Mañach, buenos amigos, grandes cubanos y excelentes escritores?
      La tercera compilación de ensayos como que continúa la labor iniciada con su artículo de 1938 ya nombrado y su faena en la Sociedad Lyceum: el desarrollo de la mujer en la cultura. Sólo que aquí trata de ilustrar con el mejor ejemplo cubano tal mundo de posibilidades. Sus estudios sobre la Avellaneda, con prólogo de Marina Gálvez Acero, la acercan a esa mujer en la cultura que es la propia Rexach y exhorta implícitamente a las demás mujeres cubanas a traspasar el umbral. Juzga así la colección su prologuista:

A pesar de su brevedad, los artículos aquí recogidos ofrecen una excelente lectura de la Avellaneda. Del más pequeño acontecimiento a la más amplia panorámica, todas sus referencias de-muestran un amplio y maduro conocimiento de la obra y personalidad de la escritora cubana. Las sabias intuiciones que los van salpicando sugieren además nuevas perspectivas de análisis o re-velan los hilos que van uniendo unas obras con otras o los temas auténticos que se esconden tras las respectivas anécdotas.[2]

Para señalar de inmediato que “Y es que, salvando las distancias temporales y la anécdota más personal, existe un cierto paralelismo entre la ensayista y la autora analizada, que se traduce en la perfecta sintonía que todo buen análisis demanda.”[3] No en balde pudo Rosario Rexach estudiar con tanto conocimiento de causa la nostalgia de Cuba en la obra de la reina mora del Camagüey. Era, en definitiva, su propia nostalgia.
      Las cinco colecciones de ensayos nombradas, no obstante la importancia que le han reconocido los numerosos críticos que las han reseñado, sólo recogen una parte de los estudios de la Rexach publicados en periódicos y revistas especializadas de varios países. Una incompleta lista de sus publicaciones cubre varias páginas de apretado texto. Sus trabajos han aparecido en revistas tan prestigiosas como Cuadernos Americanos, la Revista de la Universidad de La Habana, Cuadernos Hispanoamericanos, Revista Hispánica Moderna, Revista Cubana, Revista Ínsula, Anales de Literatura Hispanoamericana, Hispania, Círculo: Revista de Cultura, Linden Lane Magazine, etc. Otros han sido publicados en memorias de conferencias y congresos de importancia. Una rápida lectura de los mismos llama la atención por la versatilidad y amplitud de los temas tratados. Baste señalar “La novela como género literario” y “Texto y contexto venezolanos en los cuentos de Rómulo Gallegos”, en que la autora se lanza fuera de la cultura cubana y entra de lleno en el campo teórico o foráneo, pero con esa profundidad en el análisis a que nos tiene acostumbrados.
En todos los casos se trata de estudios que se caracterizan por la seriedad y hondura de su investigación previa y el acabado artístico de su presentación. Todos emprenden y concluyen un viaje al ánima y al pensamiento del autor o la pieza estudiada mediante un estilo único, fácilmente identificable, como me sucediera en la anécdota que narro al inicio.

Esa personalidad estilística es, precisamente, uno de los relieves más destacados de la obra de esta autora. Algo nada común, por cierto. En efecto, la prosa ensayística –y particularmente la crítica literaria– es un género donde son muy pocos los que logran encontrar y desarrollar un estilo propio que permita la identificación autoral de un texto mediante una primera lectura. Tal parece que la poesía y la narrativa son géneros más propicios a la creación de esos ‘sellos’ personales que aparecen en las obras representativas de poetas y narradores conocidos. O que nos basta con una construcción decorosa y un uso adecuado del idioma. El contenido, donde volcamos nuestros casi siempre agónicos descubrimientos e interpretaciones, como que nos encandila en el acto de la escritura. Creamos el texto como ansioso vehículo de comunicación del resultado de nuestros hallazgos y respuestas, olvidando muchas veces que al escribir sobre literatura utilizamos un género que es también literario: el ensayo, propenso a la belleza y a la creación artística con no menos posibilidades que el teatro o la poesía.
      Rosario Rexach es una excepción. Su prosa ensayística es literatura, aun cuando sea la propia literatura su contenido. Nos habla del arte de otros mediante su propio arte, como si las olas comentaran el mar o el frío la nevada. Forma y contenido van de la mano hasta el fondo de la idea y el alma del texto estudiado, conformando sus propias alma e idea en tanto que nuevo texto literario. De ahí esa voz personal que desarrolló al estudiar otras voces. Porque es el caso que Rosario Rexach escribía ‘a la Rexach’, en fórmula que se completa cuando el receptor disfruta tanto lo que recibe como la forma en que lo recibe.
Tal voz propia se caracteriza, entre otras cosas, por una marcada añadidura de elementos ‘orales’ al texto gráfico. La escritora comparte su espacio con la maestra, como si el aula tomara por asalto la página desprevenida. En consecuencia, Rosario Rexach se lee y se ‘oye’ al mismo tiempo. Oraciones de cierta longitud son interrumpidas por cláusulas breves de indudable oralidad. La autora las utiliza a veces como conclusión o reafirmación de un contenido, como cuando asevera “Se comprende.” o “Así es.” o un escueto “Comprensible.” Otras veces actúan como pórticos a la idea a desarrollar, como al anunciar “Me explico.” o “Pero, cuidado.” Completada la idea, en ocasiones la da por terminada con expresiones tales como “No insisto más.”, “A qué seguir.”, etc. O concluye con un lacónico “Termino. Nada más.”, cuando en realidad sabía que no había terminado, que había mucho más: esa cascada de ideas e inquietudes que deja en el lector una vez concluida la lectura.
En otras oportunidades invierte la fórmula y añade a las cláusulas pequeñas una alta carga literaria. Se trata de una unión de sonido y grafía en la palabra escrita que parece utilizada, en ocasiones, como la búsqueda de un camino distinto por el que llegar a un sitio ya conocido. Por ejemplo, analizando el cuento de Rómulo Gallegos “Paz en las alturas”, luego de citar un fragmento del mismo de largas oraciones, lo concluye e interpreta así: “Es decir, no pena o piedad. No angustia desvelada. Sólo rencor. Y esto en una madre. Casi parece imposible creerlo. No hay por qué seguir.”[4] En otros ejemplos, como que recuerdan el fluir de la conciencia, aunque sin el hoy manido recurso de la omisión de los signos de puntuación. Es la Rexach pensando con todos sus puntos y sus comas, sólo que a través de la lectura descubrimos que habíamos estado pensando lo mismo, aunque probablemente incluso sin palabras definidas, en ese lugar del pensamiento inefable que llamamos alma. Véase el siguiente ejemplo de su epílogo a Dos figuras cubanas y una sola actitud:


Jorge Mañach
Jorge Mañach ha muerto. Y ha muerto increíblemente en el exilio. En un exilio por demás doloroso. Los anteriores no habían sido realmente exilios. Eran otra cosa. Eran suceso exterior. Pura peripecia. El alma no estaba comprometida en ellos de la misma manera. Habían sido exilios debidos siempre a la falla de un mecanismo exterior. Y en tal sentido dejaban intacta la esperanza y fuerte la ilusión. El de ahora es otra cosa. Es un exilio de intimidad. Yo sé que la frase casi parece un sinsentido. Pero es así. Pues todos, quien más, quien menos, somos exiliados de una gran ilusión. Jamás pudimos presentir por eso que fuera tan desoladora la realidad que tendríamos que confrontar. Y exigía una fortaleza de titanes. Muchos han caído en el camino. Pero el más ilustre ha sido y será, seguramente, Jorge Mañach.[5]

      Pero aunque el ensayo es, por antonomasia, el género que todos asociamos con Rosario Rexach, no es el único que cultivó. Mucho antes de que se pusieran de moda en la narrativa femenina las combinaciones inter-genéricas no tradicionales (tales como novela y recetas de cocina, o narrativa y letras de canciones), la autora que nos ocupa dio a conocer su novela Rumbo al punto cierto (1979), en que une la narrativa con el sub-género en el cual ya había alcanzado una inusitada maestría: la crítica literaria. El leer aparece en la novela como parte de la trama. Es una pieza hecha con lecturas y referencias a otras obras de ficción; una narración que se narra ella misma y, luego, se estudia con ojo crítico. Los personajes van desenvolviendo el llamado “boom” de la narrativa hispanoamericana sin que por ello se prescinda de autores tales como Calderón, Martí o Campoamor. En la novela los personajes tienen la lectura como parte de la acción: se vive y se lee, se lee y se vive, sin que quede del todo claro si en su orden natural o si se lee la vida al tiempo que se vive la literatura. El protagonista inicial, a diferencia de lo que podría esperarse de una narradora femenina, es un hombre: el escritor que se propone escribir la novela que parte de la novela que vamos leyendo, las cuales, al final, se tornan una sola. La completa su devenir como obra una vez desaparecido el autor, su recepción por el personaje que le diera vida, y su estudio. Vuelve la ficción a la vida, todavía dentro de la ficción; novela que se desnovela para novelarse, como si hubiese que desvivir la vida para vivirla plenamente. Odón Betanzos habla, con relación a Rumbo al punto cierto de “personajes ficticios que viven y se enlazan con los de carne y hueso”[6]. La dificultad reside en separar los unos de los otros. En tanto que exilados cubanos (porque se trata de una novela del exilio) nunca sabremos si terminamos leyendo la vida o viviendo esta novela que se resiste a ser encasillada. Para su protagonista, Roma es el punto cierto al que nunca llega. Conjeturo que puede haber tantos puntos ciertos como lectores se adentren en esta narración. O un mismo volar rumbo al mismo punto cierto de todos los desarraigos. Al que siempre o nunca habremos de llegar.
De izquierda a derecha: Angela Dellepiane, Antonio R. de la Campa, Julio Hernández-Miyares, Rosario Rexach y el autor

      Corroboramos entonces que estamos frente a la obra de una autora que supo moverse, con maestría inusitada, en géneros diversos que, a la postre, logró fusionar en felices experimentos que hoy quedan de precursores de reconocidos intentos posteriores. Sus ensayos tienen de literatura la belleza de su confección; su literatura de ficción, la seriedad del ensayo. Como elementos comunes se imponen la profundidad, la honestidad, y la intención de servicio en ese “arte de enseñar a pensar” que le reconociera Baquero. En el proceso resultante la palabra escrita se acicala de oralidad y la comunicación oral se engalana de grafía. La escritora y la maestra conviven y se complementan en cada texto: la página como aula compartiendo historia con la escuela como libro. Pedagogía y literatura que, hermanadas, recorrieron junto a Rosario Rexach un mismo camino rumbo al tiempo cierto; que es decir, rumbo al tiempo de todos los tiempos.

Una versión inicial de este trabajo apareció en Círculo: Revista de Cultura. Vol. XXXI, 2002. Páginas 9-17.



OBRAS CITADAS

Baquero, Gastón. “Invitación al viaje (otra vez) hacia José Martí.” En: Rosario Rexach, Estudios sobre Martí. Madrid: Playor, 1985. 7-11

Betanzos, Odón. Texto de solapa en: Rosario Rexach, Rumbo al punto cierto. Madrid-Nueva York: Editorial Mensaje, 1979.

Gálvez-Acero, Marina. “Introducción.” En: Rosario Rexach, Estudios sobre Gertrudis Gómez de Avellaneda. (La reina mora del Camagüuey). Madrid: Verbum, 1996.11-15.

Pardiñas-Barnes, Patricia. “Letters from Harvard. Enrique Anderson Imbert (1910-2000) and Rosario Rexach (1912-). A generational account of an epistolary friendship).” Hispania 84.2 (May 2001): 157-180.

Rexach, Rosario. “Texto y contexto venezolanos en los cuentos de Rómulo Gallegos.” En: Relectura de Rómulo Gallegos. Caracas: Instituto Internacional de Literatura Iberoamericana, 1980. Pág. 293-301.

 Idem. Dos figuras cubanas y una sola actitud. Miami: Universal, 1991.




[1] Patricia Pardiñas-Barnes, “Letters from Harvard. Enrique Anderson Imbert (1910-2000) and Rosario Rexach (1912-). A generational account of an epistolary friendship).” Hispania 84.2 (May 2001). Page 160.
[2] Marina Gálvez-Acero,  “Introducción.” En: Rosario Rexach, Estudios sobre Gertru-dis Gómez de Avellaneda. (La reina mora del Camagüey). Madrid: Verbum, 1996. Páginas 14-15.
[3] Idem. Página 15.
[4] Rosario Rexach, “Texto y contexto venezolanos en los cuentos de Rómulo Gallegos.” En: Relectura de Rómulo Gallegos. Caracas: Instituto Internacional de Literatura Iberoamericana, 1980. Pág. 298.
[5] Idem, Dos figuras cubanas y una sola actitud. Miami: Universal, 1991. Pág. 236.
[6] Odón Betanzos, texto de solapa en: Rosario Rexach, Rumbo al punto cierto. Madrid-Nueva York: Editorial Mensaje, 1979.



BIBLIOGRAFIA PARCIAL

LIBROS


Nuevos estudios sobre Martí. Introducción de Eduardo Lolo. Miami: Ediciones Universal, 2002.

Estudios sobre Gertrudis Gómez de Avellaneda. (La reina mora del Camagüey). Introducción de Marina Gálvez Acero. Madrid: Verbum, 1996.

Dos figuras cubanas y una sola actitud. Miami: Ediciones Universal, 1991.

Estudios sobre Martí. Prólogo de Gastón Baquero. Madrid: Playor, 1985.

Rumbo al punto cierto. Texto de solapa de Odón BetanzosMadrid-Nueva York: Editorial Mensaje, 1979.

El carácter de Martí y otros ensayos. La Habana: Publicaciones de la Comisión Cubana de la UNESCO, 1954.

El pensamiento de Félix Varela y la formación de la conciencia cubana. La Habana: Ediciones Lyceum, 1950.


ENSAYOS APARECIDOS EN LIBROS

(COMPILACIONES, MEMORIAS DE CONGRESOS, ETC.)

“Re-lectura de dos obras de Reinaldo Arenas.” En: Reinaldo Arenas. Recuerdo y Presencia. Miami: Universal, 1994. Págs. 139-150.

“El proceso antiesclavista en Cuba: de la emoción a la codificación.” Actas del XXVIII Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas, 1994. Págs. 461-468.

“Presencia de similitudes entre Marti y Unamuno. Actas del XXVIII Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas, 1994. Págs. 329-337.

“Palabras de introducción a la publicación de Jorge Mañach.” En: Crisis de la alta cultura en Cuba e Indagación del choteo, de Jorge Mañach. Miami: Universal, 1991. Págs. 7-13.

“Un nuevo epistolario amoroso de la Avellaneda.” Actas del X Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas, 1991. Págs. 1421-1429.

“El Lyceum de La Habana como institución cultural.” Actas del IX Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas, Tomo II, 1989. Págs. 679-690.

“Intertextualidad y contextos en el libro La Havane de la Condesa de Merlín. Actas del XXVII Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas, 1988.
“Lydia Cabrera, persona.” En: En torno a Lydia Cabrera. Ed. de Isabel Castellanos y Josefina Inclán. Miami: Universal, 1987. Págs. 65-67.

“Conexiones entre las leyendas de Bécquer y las de la Avellaneda.” Actas del XXIII Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas, 1987. Págs. 259-267.

“Cristalización de una personalidad.” En: In Memoriam: Elena Mederos de González. Miami: Publicaciones Lyceum, 1982. Págs. 1-4.

“Nostalgia de Cuba en la obra de la Avellaneda.” En: Homenaje a Gertrudis Gómez de Avellaneda. Ed. de Rosa M. Cabrera y Gladys Zaldívar. Miami: Ed. Universal, 1981. Págs. 265-280.

“Prólogo” a: Alejo Carpentier: estudios sobre su narrativa, de Esther Mocega-González. Madrid: Playor, 1980. Págs. 9-17.

“Los ensayistas de la Revista Avance: Francisco Ichaso.” Actas del VI Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas, 1980. Págs. 593-596.

“Texto y contexto venezolanos en los cuentos de Rómulo Gallegos.” En: Relectura de Rómulo Gallegos. Caracas: Instituto Internacional de Literatura Iberoamericana, 1980. Págs. 293-301.

“El Siglo de las Luces: biografía de una ilusión.” Actas del XVII Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas, 1978. Págs. 511-528.



ENSAYOS Y ARTÍCULOS APARECIDOS EN PERIÓDICOS Y REVISTAS

“Enrique Anderson Imbert: notable escritor y profesor.” Hispania 84.2 (May 2001): 155-156.

“La novela como género literario.” Anales de Literatura Hispanoamericana (Universidad Complutense de Madrid), No. 28, 1999. Págs. 343-353.

“La descripción en la prosa de Jorge Mañach.” Círculo: Revista de Cultura (EE.UU.), Vol. XXVIII, 1999. Págs. 129-136.

“Homenaje a José Antonio Saco. Comentario a su Historia de la esclavitud.” Círculo: Revista de Cultura (EE.UU.), Vol. XXVII, 1998. Págs. 57-64.

“Heredia como crítico literario.” Círculo: Revista de Cultura (EE.UU.), Vol. XXVI, 1997. Págs. 149-157.

“El periodista que fue José Martí: cómo se gestó.” Círculo: Revista de Cultura (EE.UU.), Vol. XXV, 1996. Págs. 169-176.


“Susana Redondo y su obra en ColumbiaUniversity.” Revista Hispánica Moderna (Nueva York), Vol. XLIX, Núm. 2, diciembre 1996. Págs. 202-210.

“Reseña del libro La raíz y el ala, por José Olivio Jiménez.” Revista Iberoamericana, Núm. 174, enero-marzo 1996. Págs. 286-289.
“José Martí en 1894: Concreción y consagración de una vida.” Cuadernos del Lazarillo (España), No. 9, septiembre-diciembre 1995. Págs. 30-34.

“Roberto Agramonte: maestro y ejemplo.” Círculo: Revista de Cultura (EE.UU.), Vol. XXIV, 1995. Págs. 27-35.

“Pedro Blanco, el negrero: ¿novela o biografía novelada? Valores históricos y literarios. Revista Iberoamericana (University of Pittsburgh, Pennsylvania), 1995. Págs. 203-210.

 “El Círculo de Cultura Panamericano y sus treinta años de servicio a la cultura hispánica.” Círculo: Revista de Cultura (EE.UU.), Vol. XXIII, 1994. Págs. 9-15.

“La hazaña de Colón y su sentido para el mundo hispánico.” Círculo: Revista de Cultura (EE.UU.), Vol. XXII, 1993. Págs. 9-16.

 “Las raíces y su integración en la obra de Jorge Mañach.” Círculo: Revista de Cultura (EE.UU.), Vol. XXI, 1992. Págs. 33-45.

“La obra crítica de Enrique Piñeyro.” Círculo: Revista de Cultura (EE.UU.), Vol. XX, 1991. Págs. 85-94.

“Eugenio Florit dentro de su generación.” Revista Hispánica Moderna (EE.UU.), Año XLIV, Núm. 1, 1991. Págs. 73-81.

Reseña del libro La mala memoria por Heberto Padilla. Linden Lane Magazine (EE.UU.), Vol. IX, Nos.1-2, enero-junio 1990. Pág. 27.

Reseña del libro Hispanoamérica: el círculo perfecto por Esther Mocega-González. Círculo: Revista de Cultura (EE.UU.), Vol. XIX , 1990. Págs. 191-194.

“La Poética de José Martí.” Linden Lane Magazine (EE.UU.), Vol. IX, No. 4. Octubre-diciembre, 1990. Págs. 58-60.

“Recordando a Enrique Gay Calbó.” Diario Las Américas (EE.UU.), domingo 25 de febrero de 1990.

“La segunda generación republicana en Cuba y sus figuras principales.” Revista Iberoamericana. Núm. 152-153, 1990. Págs. 1291-1311.

“Un recuerdo de Monseñor Raúl del Valle.” Diario Las Américas (EE.UU.), jueves 28 de septiembre de 1989.

“Nostalgia, vocación y obra en el Padre Varela.” Círculo: Revista de Cultura (EE.UU.), Vol. XVIII, 1989. Págs. 75-87.

“En torno al libro Perfil y aventura del hombre en la Historia, de Octavio R. Costa.” Diario Las Américas (EE.UU.), sábado 3 de junio de 1989.

“Comentario al libro Vidas cubanas de José Ignacio Rasco.” Diario Las Américas (EE.UU.), domingo 6 de agosto de 1989.

“Jorge Mañach, tributo al hombre y a su obra.” Linden Lane Magazine (EE.UU.), Vol. VI, Nos. 2-3. Abril-septiembre 1987. Págs. 18-20.

“Significación y premonición de la muerte en José Martí.” Noticias de Arte (Nueva York), Año X, Núms. 5-6, mayo-junio 1987, Pág. 4.
“Martí en España.” Noticias de Arte (Nueva York),  Año X, Núm. 1, enero-febrero 1987, Pág. 7.

“Reseña al libro Jorge Mañach: Bibliografía, por Dolores Rovirosa.” Círculo: Revista de Cultura (EE.UU.), Vol. XVI, 1987. Págs. 145-147.

“Enrique Anderson Imbert. Un novelista en tres tiempos: Vigilia, Fuga, Victoria.” Anales de Literatura Hispanoamericana (España). No. 14, 1985. Págs. 151-160.

“Una carta olvidada de la Avellaneda. Folio (State Universuty of New York at Brockport) Number 16, December 1984. Págs. 1-8.

“El recuerdo de Julio Lobo.” Diario Las Américas (EE.UU.), 12 de junio de 1983.


“Elena Mederos en el primer aniversario.” Diario Las Américas (EE.UU.), sábado 25 de septiembre de 1982.

“Las bodas de oro del Padre Iñurrieta.” Diario Las Américas (EE.UU.), sábado 13 de marzo de 1982.

Elena Mederos por siempre.” Diario Las Américas (EE.UU.), martes 23 de febrero de 1982.

“La estructura del ensayo en Jorge Mañach.” Círculo: Revista de Cultura (EE.UU.), Vol. VII, 1978. Págs. 9-31.

Reseña del libro Epistolario Alfonso Reyes-José M. Chacón por Zenaida Gutiérrez-Vega. Cuadernos Americanos, (México), julio-agosto 1977. Págs. 206-207.

Reseña del libro Antología crítica de la prosa modernista hispanoamericana por José Olivio Jiménez y Antonio Radamés de la Campa. Cuadernos Americanos, (México), enero-febrero 1976. Págs. 247-249.

“La soledad como sino en Antonio Machado.” Cuadernos Hispano-Americanos, (España), Nos. 304-307, Tomo II. “Homenaje a Manuel y Antonio Machado.” 1975-1976. Págs. 629-646.

Reseña de Narradores cubanos de hoy, por Julio Hernández Miyares. Ínsula (España), 1975.

“La Avellaneda como escritora romántica.” Anales de Literatura Hispanoamericana. (Universidad Complutense de Madrid), Año 1, Nos. 2-3, 1973-1974. Págs. 241-254.

“La temporalidad en tres dimensiones poéticas: Unamuno, Jorge Guillén y José Hierro.” Cuadernos Hispano-Americanos, (España), Nos.289-290, julio-agosto 1974. Págs. 86-119.

“Algunas consideraciones sobre el ‘hombre nuevo’ en la novela picaresca española.” Cuadernos Hispano-Americanos, (España), No. 275, mayo 1973. Págs. 367-377.

“La actitud de Feijóo ante el milagro.” Yelmo (Madrid), octubre-diciembre 1971. Págs. 39-45.

“Vivencia y experiencia literarias en Alfonso Reyes.” Cuadernos HispanoAmericanos, (España), Nos. 248-249, agosto-septiembre 1970. Págs. 512-529.

Reseña de La Celestina a través del Decálogo, por Carlos Ripoll. Ínsula (España), Año XXV, Núm. 292, 1970. Pág. 8

“Las mujeres del 68.” Revista Cubana (Nueva York), Año 1, Núm. 1, 1968. Págs. 123-142.

“España en Unamuno y Ortega.” Revista Hispánica Moderna (Nueva York), Vol. XXXIII, Núm. 3-4, julio-octubre 1967. Págs. 262-279.

“El intelectual que fue Ortega.” Exilio. Revista de Humanidades. (EE.UU.), primavera 1966.

“La Revista de Avance, publicada en La Habana, 1927-1930.” Caribbean Studies (Puerto Rico), Vol. 5, October 1963. Págs. 3-16.

“Influencia de la familia en la educación.” Revista de la Universidad de La Habana, 1960.

“Don José Ortega y Gasset, Caballero de la Verdad.” Cuadernos Americanos, (México), No. 5, septiembre-octubre 1956. Págs. 106-122.

“Diálogo sobre Sócrates.” Cuadernos de la Universidad del Aire. La Habana, 1954.

“Diálogo sobre Emerson.” Cuadernos de la Universidad del Aire. La Habana, 1954.
“Idea de la Historia de la Filosofía.” Publicaciones de la Sociedad Cubana de Filosofía.  Ensayo #5. La Habana, 1954.

 “Sobre el progreso en la Filosofía.” Publicaciones de la Sociedad Cubana de Filosofía. Ensayo #3. La Habana, 1953. Págs. 15-19.

“Exposición José Martí.” Revista LYCEUM (La Habana), 1953. Págs. 99-104.

“El carácter de Martí.” Cuadernos Americanos, (México), mayo-junio 1953.

“El Padre José Agustín Caballero y su influencia en la conciencia cubana.” Cuadernos de la Universidad del Aire. La Habana, 1952.

“El imperio de la razón.” Cuadernos de la Universidad del Aire. La Habana, agosto de 1952. Págs. 35-43.

“El canto del cisne helénico.” Cuadernos de la Universidad del Aire. La Habana. 1951.

“¿Está la mujer cubana llenando su función?” Cuadernos de la Universidad del Aire. La Habana. Mayo de 1950. Cuaderno 17. Págs. 13-19.

“La mujer en el mundo de hoy.” Cuadernos de la Universidad del Aire. La Habana. 1949.

“El proceso hacia la autonomía de la razón.” Cuadernos Americanos, (México), No. 3, mayo-junio 1948. Págs. 92-102.

“El problema de los fines y de los medios en la educación.” Separata de la Revista de la Universidad de La Habana, 1948. Págs. 3-24.

“Cura de heroísmo.” Bohemia (Cuba), enero 6 de 1948. Traducido al inglés y publicado como “Therapy of Heroism. Political and Philosophical spproach to the political situation in Cuba in 1948.” En: Anthology of Cuban Thought on the 20th Century. E. Joseph de Armas & Charles Steele. Miami: Universal, 1978. Págs. 87-101.

“Revalorando a Rousseau.” Cuadernos Americanos, (México) No. 1, enero-febrero 1947. Págs. 105-116.


“Orientación vocacional de la mujer en Cuba”. Diario El Mundo (La Habana), 1938.

Thursday, January 5, 2017

Las Cuatro Estaciones del Centro Cultural Cubano de Nueva York (Final)

Por Iván Acosta
TERCERA ESTACION
En agosto de 1994, por iniciativa del difunto y muy querido amigo José “Pepe” Prince, Marcelino Miyares y un servidor, nos reunimos informalmente en casa de la Dra. Elva Collazo en el Village. Entre los invitados se encontraban, Omar Torres, Pablo Carreño, Mirta Gómez, Ada de Cárdenas y Maria Teresa Serrano. Esa noche luego de disfrutar de un recital privado por la pianista Mirta Gómez, se acordó reorganizar de nuevo el Centro Cultural Cubano de Nueva York. Una vez más, comenzamos a llamar a amigos artístas, académicos, intelectuales, profesionales y personas interesadas en preservar y exponer el rico legado cultural cubano en el exilio.
Por espacio de tres años se estuvieron celebrando reuniones y tertulias en los estudios de televisión, Times Square Studios en Broadway y la calle 42, presididos por Marcelino Miyares. En esos estudios, TSS, se celebraban conferencias, recitales, presentaciones de libros y proyecciones de películas cubanas. Se acordó no usar todavía el nombre del Centro Cultural Cubano de Nueva York, hasta que éste estuviese reorganizado y reincorporado.
Nos pusimos en contacto con el profesor Dr. Julio Hernández Miyares, CPS. Phillips Martínez, Prof. Perla Rozencvaig, Iraida Iturralde, ING. Paul Echániz, Mariano Ross, Vicente Echerri, Luis Alberto Soto, Luis Cruz Azaceta, Sergio Garcia Marrúz, Omar Torres, Dario Acosta, Beatriz Hernandez, Eduardo Lolo, Joseph Gil Berlinches, Lourdes Gil, Luis Alberto Soto, Wilfredo Angueira Zagal, Jorge Moya, Jorge Gómez, Armando Alvarez, Ivonne Conde, Julio Alvarez Machirán, Maria A. Perez, Ana Maria Alvarez, Rafael Bordao, Manolo Garcia Oliva, Rene Bush, Ana Margarita Martinez Casado, Mario Perez Peña, Andrés Hernández, Carlos Espasande, Maritza Maseda, Julia Alemán, Jorge Domínguez, la abogada y consejera legal, Maritza Bolaños y otros compatriotas amigos y colegas.
Las poetas Louerdes Gil, Iraida Iturralde, Maya Islas, Magaly Alabau y Alina Galliano
Luego de varias reuniones en distintas casas, Jose “Pepe” Prince, convocó a una asamblea general que se realizó en el Centro Católico de Nueva York. Asistieron unas 100 personas. Se prosiguió a formar un comité de abogados miembros de El Centro, para redactar los nuevos estatutos.
El VI Congreso del CCCNY estuvo dedicado a la juventud cubana en Estados Unidos
Sostuvimos reuniones en el hogar de la Dra. Rosario Rexach, en el hogar de la Dra. Elva Collazo y en mi apartamento en el Manhattan Plaza. Así se acordó nombrar una Comisión ad hoc encargada de hacer los tramites legales hasta la convocatoria de nuevas elecciones.
A mediados del 1997 en los salones de Bloomberg Communications, en Park Avenue, bajo la supervisión del periodista y escritor Vicente Echerri y Luis Alberto Soto, directores del comité de elecciones del CCCNY, se celebraron las elecciones oficiales para elegir la nueva directiva, la cual quedaría formada en el siguiente orden: Iván Acosta, presidente; Julio Hernández Miyares, primer vicepresidente; Jose Prince, segundo vicepresidente; Iraida Iturralde, secretaria; Omar Torres, tesorero. También se eligieron a 16 miembros que formarían la nueva junta directiva, encargados de coordinar las distintas secciones.

En el Carnegie Hall, el 22 de abril, tuvimos el honor de presentar a la nueva directiva oficial de la reorganización del Centro Cultural Cubano de Nueva York. Esa noche presentamos un concierto clásico con composiciones de Ernesto Lecuona, interpretadas por el pianista, Maestro Marco Rizo. La poetisa y secretaria de la nueva directiva, Iraida Iturralde, abrió la ceremonia presentando al Honorable Alcalde de la Ciudad de Nueva York, Rudolph Giuliani, quien vino en persona a entregarnos la Proclama Oficial de la Ciudad de Nueva York.
Desde su reorganización en 1997 hasta el presente, el Centro Cultural Cubano de Nueva York, ha contado con nuevos miembros muy valiosos de la directiva y con cuatro presidentes electos, en el siguiente orden: Iván Acosta, Iraida Iturralde, Joseph R. Gil-Berlinches y Manuel Castelo.
Gracias a la árdua labor y dedicación de Iraida Iturralde y de las últimas tres directivas con sus respectivas presidencias, su dinámica junta de directores y el extraordinario apoyo de sus miembros, el Centro Cultural Cubano de Nueva York, continua haciendo historia por su singular dedicación, preservando y exponiendo lo mejor del arte y la cultura cubana fuera del archipielago cubano.
Cartel del IX Congreso del CCCNY
A través de sus congresos, conferencias, conciertos, proyecciones cinematograficas, exhibiciones de arte, presentaciones de libros y presentaciones teatrales, el Centro Cultural Cubano de Nueva York, vibra, vive y continúa brillando por su excelencia.
Como lo escribiesen los profesores, Dr. Julio Hernández Miyares y Eduardo Lolo, en el Programa Boletín CCC, que se repartió en aquel histórico concierto de inauguración en el Carnegie Hall:
“El nuevo CCCNY reconoce la labor de su antecesor y, como aquél, se propone la tarea de mantener y desarrollar el legado cultural que recibiéramos de quienes nos precedieron en el exilio desde el siglo anterior”.
Confieso que cuando llamé a mis amigos, Omar Torres y a Luis Cruz Azaceta, aquella noche otoñal de 1972, jamás me hubiese imaginado que 43 años mas tarde estaríamos celebrando otro aniversario del Centro Cultural Cubano de Nueva York.
¡Enhorabuena!
Nota:
(En este breve relato, solamente hemos podido mencionar algunos miembros y algunas de las actividades más sobresalientes durante la Primera y Segunda Estaciones del Centro Cultural Cubano de Nueva York. Aun queda mucho por contar sobre su presente Tercera Estación.  Es nuestro anhelo que, la Cuarta Estación, se escriba en una Cuba libre, unida y democrática).

Las Cuatro Estaciones del Centro Cultural Cubano de Nueva York (Parte 3 de 4)

Logo original del CCCNY
Por Iván Acosta
SEGUNDA ESTACION
La primera oficina del Centro había estado ubicada en un espacio de operaciones en las catacumbas de la catedral Saint John the Devine, que generosamente nos había facilitado, el amigo sacerdote espiscopal, Rodney Kirk. Allí nos reuníamos y trabajábamos por largas horas, hasta el verano de 1975.
Por iniciativa de los miembros actores Rubén Rabasa y Orestes Matacena, conseguimos un edificio en la calle 51 y la 10ma avenida, en el legendario barrio de Hells Kitchen, al oeste de Manhattan, con una renta razonable.
En aquel solitario edificio a una cuadra del río Hudson, construimos una sala de teatro, una galería, un café teatro y una pequeña biblioteca. El arquitecto, músico y novelista, José Raul Bernardo, uno de los miembros fundadores del Centro, hizo el diseño de la nueva sede del CCCNY. Con algunos de los miembros de la directiva y amigos que venían a ayudarnos, construimos el teatro y toda la estructura interna del edificio de El Centro.
A finales de ese mismo año1975, se nos unieron a la directiva, la poetisa Lérida de Dios, el dramaturgo y poeta, José Corrales, el actor Juan Troya, la actriz Clara Hernández, el historiador, Carlos Fernández Freire, la actriz Zully Montero, el ingeniero, Paul Echániz, el profesor, José Miguel Sanjuan, Gladys Pérez y la intelectual, activista, feminista, Ileana Fuentes, quien en los próximos 4 años, con sus conocimientos, creatividad y dinamismo, rendiría un gran aporte al desarrollo general de El Centro. Ileana Fuentes, fue electa vicepresidente/administradora y formó parte importante de la nueva directiva y todas las operaciones y actividades, ayudando a impulsar esta Segunda Estación del Centro Cultural Cubano de Nueva York.
Desde el siglo XVI ya en Cuba se comenzaba a disfrutar del arte teatral. A través de los siglos, el teatro siempre ha sido parte integra de la historia cultural Cubana. Por eso, en el Centro, se le puso mucho énfasis a la sección de teatro. Entre el invierno de 1976 y diciembre de 1979, en la sala teatral de El Centro, se presentaron 19 producciones teatrales, las cuales fueron aplaudidas por el público, reconocidas por la prensa especializada y galardonadas por varias organizaciones, como la, ACE, HOLA y ACCA, entre otras, obteniendo mas de 30 reconocimientos por su sobresaliente labor teatral.

Entre las obras creadas por teatristas exiliados, producidas por, El Centro, se distinguieron: Los gusanos, Las niñas ricas de Calcachen, Pínchame con tenedor, Los cuchillos de Atarés, No son todos los que están, Antes del vuelo y la palabra, Ni verdad ni mentira, Espiritu burlón, La Isla Maravillosa, Meñique, y El Super, que aun se estudia y se representa en decenas de universidades y teatros nacionales e internacionales. (Incluyendo La Universidad de La Habana). Después de la gran acogida por el público en el teatro El Centro; la obra El Super, fue llevada a la pantalla por el productor Manolo Arce y los directores Leon Ichaso y Orlando Jimenez Leal.
En el teatro de El Centro, también se escenificaron obras de dramaturgos disidentes que residían en Cuba, como, Los Próceres, Contigo pan y cebolla, y, Aire Frío, ésta última, del laureado dramaturgo y maestro, Virgilio Piñera.

El 31 de mayo y el 1ro de junio de 1976, el Centro presentó el Festival de Arte Cubano, “De Cuba traigo el cantar”, en el Museo de Historia Natural de Nueva York. Con la participación del grupo, Pro Arte Sociedad Cubana, que dirigía Esteban Alvarez, en dicho festival se presentó la obra teatral, La muerte del Ñeque, de José Triana, bajo la dirección de Mario Peña, con: Juan Troya, Juan Granda, Emilio Rodríguez, Jorge Alvarado, Antonia Blanco y Héctor Caraballo. También se presentaron, bailes folklóricos, recitales de música campesina, documentales, exhibiciones fotográficas y de afiches de Cuba, un concierto con el cantautor, Pedro Tamayo y una obra teatral infantil con improvisaciones y canciones dirigida por Manolito Martínez.
El 4 de julio de 1976 la ciudad de Nueva York se preparaba para celebrar el bicentenario de la independencia de los Estados Unidos. La alcaldía, a través de la oficina organizadora del extraordinario festival, nos invitaron a participar en tan honorables celebraciones. De manera simbólica, nos asignaron la Plaza de la Libertad, en la esquina de Broadway y Liberty Street, a una cuadra de las recién inauguradas torres gemelas del World Trade Center. El Centro organizó una verbena con kioskos, artesanía, comidas criollas, un escenario con la orquesta Charanga 76, una comparsa al estilo de los carnavales cubanos que arrolló por toda Broadway con decenas de personas bailando detrás de ellos. La pared del edificio al lado de la plaza, fue cubierta con la bandera cubana más grande que se haya desplegado en la historia del exilio. A solo tres cuadras de allí, en la esquina de Nassau y Fulton, en el año 1850, se habría izado por vez primera nuestra bandera oficial del triángulo rojo con la estrella solitaria. En el museo de la Ciudad de Nueva York, se archivan varias fotografías de la histórica participación del Centro Cultural Cubano de Nueva York, en aquella memorable celebración.
Las actividades eran muchas y contínuas: En la galería “Sicre” se presentaron 18 exhibiciones de reconocidos pintores cubanos y latinoamericanos. Entre ellos: Roberto Estopiñán, Lesver de Quiroz, Luis Cruz Azaceta, Domingo Poublé, Baruj Salinas, Guido Betancourt, Adolfo Meana, Gladys Triana, Arturo Potestá, Angelo Romano y Pablo Carreño, entre muchos otros.
Organizado por los poetas, Jose Corrales, Lérida de Dios, Isabel Parera, Maya Islas y el profesor Octavio de la Suaré, todos los meses se celebraba la Fiesta del Poeta en el Centro, con la participación de decenas de poetas cubanos y latinoamericanos que venían a leer e intercambiar sus poemas, que mas adelante serían publicados en la revista, Fiesta del Poeta en el Centro.
Paul Echániz, Felipe Nápoles, Gabriel Murcia y Carlos Fernández Freire, serían los coordinadores de la Cinemateca del Centro, con proyecciones de documentales y películas clásicas, las cuales eran discutidas entre los participantes y algunos cineastas invitados.

Periódicamente se presentaban tertulias con conferencias académicas y presentaciones de autores con sus últimas publicaciones. Entre muchos de los participantes tuvimos la grata participación del Dr. Márquez Sterling, el profesor y poeta, Eugenio Florit, la escritora Uva de Aragón, el novelista, Carlos Alberto Montaner, y el Dr. Manuel Urrutia Lleó, quien fuera el primer presidente del gobierno revolucionario de Cuba en 1959.
En el Café Teatro del Centro, los viernes y sábados en la noche, se presentaban recitales de música cubana y de la Nueva Canción del Exilio, con jóvenes trovadores y poetas.
Todas las actividades se realizaban gracias a la valiosa y humilde colaboración de varios miembros y amigos del Centro Cultural Cubano, que dedicaron sus talentos, apoyo financiero y su valioso tiempo y creatividad para lograr que la organización continuase existiendo: Ileana Fuentes, Jose Corrales, Paul Echániz, Omar Torres, Reimundo Hidalgo Gato, Luis Cruz Azaceta, Jorge E. Gomez, José Raul Bernardo, Maria Teresa Serrano, Xiomara Mora, Gabriel Murcia, Mariano Ross, Julio Hernández Miyares, Fefa Hernández Miyares, Leonel de la Cuesta, Carlos Rodríguez, René Colina, Juan Granda, Gerardo Garcia, Chary Garcia, Manuel Peña, José Marrozos, Lula Santos, Gloria Chavez, Ofelia Abril, Carlos Fernández Freire, Eugenio Florít, Gladys Perez, Ernesto López, Jorge Hernández Porto, Adolfo Meana, Francisco Olartecochea, Guido Betancourt, Mercedes Enriquez, Octavio de la Suaré, Miriam Fernández Soberón, Celida Perera, Clara Hernández, Manuel Bachs, Ana Acosta, Andy Nóbregas, Lolina Gutiérrez, Ruben Rabasa, Orestes Matachena, Jorge G. Ulla, Juan Troya, Eduardo Corbé, Zully Montero, Emma Vilvas, Maria Gómez, Reynaldo Medina, Mayda Prado Testa, Luis Avalos, Anita Vega, Rafael Martínez, José Miguel Sanjuan, María Teresa Serrano, Daisy Exposito, Julio Cárdenas, Mario Torres Irribarren, Elizabeth Peña, Marta Lopez, Wilfredo Angueira Zagal, Manuel Bach, Mario Perez Peña, Miquen Tan, Roberto Bobby Capó Jr., Osvaldo Pradere, Mario Peña, Lérida de Dios, Gloria Chavez, Manuel Pereira, Carlos Rodríguez, Sandra Gómez, Julio Alvarez Machiran, Teresa Mlawer, Alberto Bernal, Alberto Romero, Felipe “Pipo” Martínez y Paul Radelat entre otros. También nos acompañaban brillantes artistas hermanos latinoamericanos como: La primera actriz argentina, Graciela Lecube, los dominicanos, Ilka Tanya Payán y Marcos Santiago, las peruanas, Teresa Yenque e Isabel Segovia, los mexicanos, Carlos Navedo y Manuel Yeskas, los argentinos, Delfor Peralta y Gabriel Murcia, el uruguayo, Nelson Landraeu, los puertorriqueños, Brenda Feliciano, Enrique Gomez y René Troche y la hondureña, Antonieta Máximo, entre muchos otros colegas y amigos.

El 9 de diciembre de 1977, víspera del “Día de los Derechos Humanos en el Mundo” a través de gestiones realizadas por las Misiónes Permanentes de Bolivia y de la República de Honduras, en la Organización de Naciones Unidas. Tuvimos el honor de ser invitados a presentar un recital de canciones protesta, en el prestigioso auditorio Dag Hammarskjöld de la Organización de Naciones Unidas. Bajo la dirección técnica de Mariano Ross y la coordinación artística de Ileana Fuentes; con un conjunto musical bajo la dirección del guitarrista, Paul Radelat y la flautista, Andrea Brachfeld. Presentamos varias composiciones denunciando las violaciones de los derechos humanos en Cuba. Esta ha sido la única vez que un recital de cubanos exiliados haya sido presentado en el recinto de las Naciones Unidas. Este evento obtuvo gran resonancia entre los círculos diplomáticos, generando una protesta de parte del embajador de la Misión de Cuba ante la ONU.
Varios miembros del Centro Cultural Cubano participamos activamente en los 5 Congresos de Intelectuales Disidentes por la Libertad de Cuba, en Paris, Madrid, Nueva York, Caracas y Washington, D.C.
Películas de largometraje, cortos y documentales se filmaron con la colaboración de cineastas miembros del Centro: Los Gusanos, El sendero del difunto/El ataúd, El Super, Guaguasi, Azacetadas, Como se forma una Rumba, Union City, A unique city y, Amigos.
Del 20 al 26 de mayo de 1979, con mucho orgullo, emoción y tristeza, presentamos la última actividad importante de la segunda etapa del Centro Cultural Cubano de Nueva York- “La Semana de la Reafirmación Cultural Cubana” en la Ciudad de Union City, New Jersey. Para este monumental evento cultural, se contó con el apoyo oficial de los alcaldes de las ciudades, Union City, Weehawken y West New York. Y con la participación de más de 120 artistas, académicos y profesionales. Se cerró la conocida avenida Bergenline, desde la calle 32 hasta la calle 48. Más de 60 artistas plásticos cubanos, exhibieron sus obras y esculturas a través de la famosa avenida Bergenline. La orquesta Charanga 76 con Hanzel y Raúl, y el popular compositor y pianista, Robertico Lozano y su conjunto, le pusieron el toque popular a esta extraordinaria celebración. Varios residentes del condado Hudson, encabezados por el activista, Israel Romero, nos brindaron su apoyo incondicional. De acuerdo al departamento de policía, más de 15,000 personas asistieron a las distintas actividades de este último festival presentado por El Centro Cultural Cubano.

En febrero de 1980, y despues de una labor de rescate y divulgación de las artes cubanas del exilio, se cerró aquel local que guardaba tantos momentos gratos y tantas historias para ser contadas en los anales del exilio cubano. El actor Reinaldo Medina, la vice presidente, Ileana Fuentes y quien escribe este artículo, cerramos las puertas del 601 West 51 Street, en Hells Kitchen, Manhattan, por última vez.

Luego, varios de los miembros del Centro, continuariamos la labor cultural de manera individual, pero siempre promoviendo y mencionando la semilla sembrada en aquel otoño de 1972. 
Imagen actual de la esquina de la 51 y 11na avenida, antigua sede del CCCNY