Por Eduardo Lolo
Separan Sevilla de Miami o La Habana de Sevilla miles de millas de mar embravecido como un toro de lidia o un indio rebelde. Sin embargo, un edificio de larga historia bilingüe las une: la Torre de la Libertad/Freedom Tower, respirando historia sobreviviente en medio de los nuevos rascacielos de pasado por construir del Downtown de Miami. La edificación se encuentra situada en el número 600 de Biscayne Boulevard y fue en su tiempo la construcción más alta de la Florida.
El vetusto
edificio, construido en 1925 para albergar el periódico The Miami News es, en realidad, una torre que sigue el estilo del
campanario de la Catedral de Sevilla con una fachada ricamente ornamentada.
Cierto que en su tope falta algo parecido a la famosa escultura sevillana, como
si la Giraldilla del Castillo de la Fuerza de La Habana no hubiera querido
tener competencia en el Nuevo Mundo. De todas formas, como se vería años
después, pupilas habaneras suplirían con su reflejo húmedo de la Giraldilla (ya
vestida de nostalgia) la escultura faltante en la cúpula.
The Miami News permaneció en el lugar hasta 1957, en que
trasladó su sede a otro edificio. Durante todo un lustro la torre quedó en
silencio, como a la espera de los silencios de las miradas del destierro. Estas
comenzaron a llegar en 1962 cuando el gobierno de los Estados Unidos decide
utilizar la torre como centro de procesamiento de refugiados cubanos huyendo
del régimen totalitario impuesto en la Isla por el régimen de Fidel Castro.
Entonces se le llamó The Miami Cuban Refugee Emergency Center. Los cubanos
recién llegados eran allí procesados legalmente y se les ayudaba para su
asentamiento en los Estados Unidos. El centro brindaba, entre otros servicios, ayuda
financiera, atención médica, cursos educacionales, así como cuidado infantil.
Fue en esa época cuando los cubanos comenzaron a llamar el edificio la Torre de
la Libertad, nombre que luego se haría popular y permanente, inclusive en
inglés. Entre 1,500 y 2,000 cubanos refugiados llegaban todas las semanas al
centro de emergencia allí establecido, por lo que teniendo en cuenta que estará
en funciones hasta 1974, puede considerarse que decenas de miles de cubanos “sin
Patria pero sin amo” cruzaron el umbral de la Torre de la Libertad en busca de
ayuda, esperanza y orientación.
En 1976 un
abogado neoyorquino compra el edificio vacante, cuya propiedad cambia luego
varias veces de mano para pertenecer a diversas instituciones bancarias.
Durante más de una década la torre quedó, prácticamente, en el olvido. Al
permanecer desocupado el edificio por tan largo tiempo, su deterioro se hizo
evidente, particularmente por ser víctima del vandalismo de elementos
antisociales. Un consorcio saudí adquiere en 1987 la depauperada torre para convertirla
en oficinas y salón de festividades y reuniones, emprendiendo su
reconstrucción. Esta, sin embargo, queda incompleta, y comienza a hablarse de
la demolición del edificio con el objetivo de utilizar su terreno para la
construcción de un rascacielos, como los que terminarían fijando el paisaje
urbano de la zona.
Jorge Mas Canosa,
creador de la Fundación Nacional Cubano Americana (posiblemente la más
influyente organización del exilio cubano de todos los tiempos) adquiere el
edificio en 1997 con el fin de evitar su destrucción y convertirlo en monumento
a los refugiados cubanos. Sin embargo, a la muerte del conocido líder la
organización por él creada se desmorona y el proyecto queda inconcluso. La edificación
vuelve, entonces, a cambiar de dueños ‒y correr de nuevo el riesgo de ser
derribada‒ hasta que en el año 2007 es donada por sus últimos propietarios (una
compañía llamada 600 Biscayne LLC y el urbanista Pedro Martín y su familia) al
Miami Dade College, que completa su restauración. Por gestión de políticos e
intelectuales cubano-americanos, en 2008 el edificio fue designado National
Historic Landmark, con lo cual se garantiza su integridad.
El Miami Dade
College decide, sabiamente, hacer de la Torre de la Libertad un centro cultural
de gran escala que involucre no solamente a sus educandos, sino a la comunidad
y los turistas que visitan el downtown de Miami. A resultas de la labor de la
administración, la facultad y los estudiantes de la institución, en 2012 se
inaugura el Museo de Arte y Diseño, un local de exposiciones de 15,000 pies
cuadrados, y se instalan en el edificio las oficinas del Festival Internacional
de Cine de Miami. Dos años después se inaugura la Cuban Exile
Experience & Cultural Legacy Gallery, especie de vitrina histórica donde se destaca la experiencia de dolor
y éxito combinados del exilio cubano y su notable desarrollo tanto en lo
económico y político como en lo cultural.
La Torre de la
Libertad ha sido utilizada para importantes eventos multitudinarios tales como
el velorio de Celia Cruz en 2003 (al que asistieron cientos de miles de
personas a rendirle tributo), y otros de categoría política como la entrega de
la Medalla del Presidente al Rey Felipe VI de España en 2015. Se han presentado
varias exhibiciones de grandes maestros del arte de todos los tiempos tales
como Salvador Dalí, Francisco Goya y Leonardo Da Vinci, etc. En exhibición
permanente se encuentra el Mural del Nuevo Mundo, la espectacular recreación de
un deteriorado tapiz original de los años 20 del siglo pasado que cubre unos 40
pies. La obra conmemora el encuentro entre europeos e indios en la Florida, por
lo que las figuras centrales son Juan Ponce de León y el Jefe de la Tribu
Tequesta ante un mapa de América rodeado de alegorías.
En la actualidad
la Torre de la Libertad es visitada por miles de personas anualmente, quienes
no tienen que pagar in un solo centavo para disfrutar de sus exhibiciones,
aunque se permiten donaciones. La mayoría de tales visitantes son cubanos
exiliados o sus descendientes. Entre los primeros, hay muchos que no es la
primera vez que cruzan su umbral, pues ya lo habían hecho a su llegada a los
Estados Unidos con la respiración entrecortada del destierro. Para ellos, ahora
ancianos de pupilas laceradas de pasado, la ornada puerta no conduce a un
museo, sino a un hito de sus propias vidas: el paso del horror de lo dejado
atrás, a la esperanza de una nueva vida en libertad. Los jóvenes
cubano-americanos descubren, sorprendidos, que hubo un tiempo en que los
rostros de sus mayores carecían de arrugas; aunque no sus almas, reflejadas
nítidamente en las miradas todavía húmedas de las viejas fotos en blanco y
negro de la exhibición permanente. A todos dan la bienvenida las huellas
adoloridas de decenas de miles de refugiados de futuros entonces inciertos,
emboscados por lo desconocido.
Gracias a la
solidaridad del pueblo norteamericano representada en la Torre de la Libertad,
los exiliados cubanos sobrevivieron y, en sentido general, alcanzaron el éxito
vital que les fuera escamoteado o vedado en su país. Luego, en justa
reciprocidad agradecida, han logrado la supervivencia del edificio original pese
al hostil asedio de modernos rascacielos.
Y no podía ser de
otra forma. Se informa a los visitantes que “Though
it operated in that capacity [as a Cuban refugee center] for only 12 years, the
building has become an icon representing the faith that democracy brought to
troubled lives, the generosity of the American people and a hopeful beginning
that assured thousands a new life in a new land”.
De ahí que la
erguida edificación sea conocida como Torre de la Libertad/Freedom Tower, a
manera de eterno registro bilingüe de lo mejor del trágico y solidario encuentro
histórico entre los pueblos de Cuba y los Estados Unidos.