Durante muchos años el comentarista
deportivo Fausto Miranda tuvo una columna semanal para El Nuevo Herald
que siempre abría de la misma manera: “Usted es viejo, pero viejo de verdad,
si…” A ello seguía algún dato relacionado con la Cuba republicana. “Usted es
viejo pero viejo de verdad, si recuerda la Perfumería Griselle de El Cerro, que
se anunciaba con la frase, frescura y bienestar.” O: “Usted es viejo, pero
viejo de verdad si recuerda cuando la revista Bohemia publicaba fotos de
los galanes de la farándula bajo el título de El pollo de la semana.”
Siguiendo el ejemplo de Fausto Miranda
quisiera rescatar algunos recuerdos, aunque no de la Cuba de antes-de-ayer sino
del Miami de ayer – el de los años 70 – cuando Little Havana era todavía una
pequeña Habana. En Cuba, esos años conforman lo que se ha llamado el Quinquenio
Gris. En Miami durante la misma época disfrutábamos de un Quinquenio Feliz, un período
que, como el de Cuba, se extiende mucho más allá de los cinco años del calificativo.
El inicio del Quinquenio Gris data del
1971, cuando se celebra el Primer Congreso Nacional de Educación y Cultura. El
Quinquenio Feliz también se puede señalar con una efeméride, festiva en vez de
nefasta, que también data del 1971: la apertura del restorán Versailles en la
Calle Ocho.
Cuando el Versailles abre sus puertas en
1971 la población cubana de Miami se acercaba al medio millón. Los Vuelos de la
Libertad, que continuarían por varios años más, aseguraban el influjo de más y
más cubanos a la ciudad. Ya en Miami había de todo: florerías, funerarias,
médicos, manicuristas, dulcerías, mueblerías, bodegas, botánicas, lotes de
carros (en uno de ellos trabajaba mi padre). Los “periodiquitos” proliferaban.
Entre los más leídos estaban Libertad de Rolando Masferrer, Réplica de Max Lesnik y Patria, fundado por
Armando García Sifredo, cuyo lema era: “El periódico de Martí, sin Martí, pero
por Martí.” Si en las páginas de Patria Lesnik era apodado “El Polaquito
Malo,” en Réplica García Sifredo se transformaba en “Esperancita.”
También contábamos con el ecuménico Diario
Las Américas, al que los cubanos le habían endilgado este slogan: “el periódico de
hoy con las noticias de ayer y la fecha de mañana.” Y además el suplemento en
español del Miami Herald, que empezó a
publicarse en el 1975.
Entre las estaciones de radio, las más
populares eran la Fabulosa y la Cubanísima. La Fabulosa se anunciaba parodiando
una canción del pequeño gigante, Nelson Ned: “Si las flores pudieran hablar,
dirían… Fabulosa.” A finales de
la década de los 70, la Cubanísima engendraría un vástago Cuban-American, la
Super-Q, que se anunciaba con un jingle bilingüe en las voces de Gloria Estefan
y Mercy Murciano: “Super Q, I love you, la mejor música la tocas tú.”
Durante estos años también empezaron a aparecer conjuntos musicales de
jóvenes nacidos en Cuba y criados en el exilio. Es en 1976, en Nueva York,
cuando hace su debut la Charanga 76, con Hansel Martínez y Raúl Alfonso. El
primer hit de Hansel y Raúl, “Soy,” fue compuesto por Willy Chirino, quien
había lanzado su primer disco dos años antes, en 1974. Ese mismo año Emilio
Estefan forma los Miami Latin Boys que, dos años después, con la adición de
Gloria Estefan, se convertiría en el Miami Sound Machine. Junto con el Miami
Sound Machine, también se empiezan a dar a conocer Carlos Oliva y Los Sobrinos
del Juez y el grupo Clouds con Frankie Marcos. El primer éxito del Miami Sound
Machine es una balada titulada “Renacer,” y de eso se trataba precisamente, de
un renacer de la cultura cubana, nacimiento propiciado por la distancia y la
cercanía de la isla. Cuando en 1979 el grupo Clouds lanza un elepé llamado
“Llegamos,” el nombre confirma el nacimiento.
La Pequeña Habana también contaba con media
docena de cines que exhibían películas en español: el Tívoli, el Tower, el
Trail, el Martí, el Trianon. En la Calle Ocho el teatro Las Máscaras estrenaba
comedias con títulos como “No me toque el equipaje,” que aludía de manera
jocosa al éxodo de la isla. Y para los cubanos con gustos más refinados, la
sociedad Pro-Arte Gratelli montaba zarzuelas en el Dade County Auditorium. Los
centros nocturnos más populares eran Los Violines y El Flamenco, donde se podía
asistir a actuaciones de artistas como Roberto Ledesma (El Romántico Primero), Blanca
Rosa Gil (La Muñequita que Canta) y Los Chavales de España, que habían dejado
de ser chavales hace mucho tiempo. Para amenizar bodas y fiestas de fin de año
se contrataban orquestas como Los Jóvenes del Hierro – tampoco tan jóvenes – y el
Conjunto Universal, que a pesar del nombre – o quizás por él – sólo tocaba
música cubana.
Hasta teníamos una liga invernal de pelota...
Usted es viejo, pero viejo de verdad si recuerda que el campeonato del 1975 se
disputó entre los Indios de Hialeah y los Rojos de La Habana.
En Cuba durante el Quinquenio Gris las
tradicionales seis provincias cubanas se dividen en catorce: suma que resta. En
Miami, durante el Quinquenio Feliz, se consolida una provincia más, la Cuba del
Norte: suma que restaura.
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