Saturday, November 18, 2017

Estadounidenses ejecutados por el Castrismo

Pedro Corzo, miembro de esta academia ha publicado un muy interesante trabajo en El Nuevo Herald sobre los muertos norteamericanos por el actual régimen cubanos. Aunque no sea ese el objetivo del artículo salta a la vista un detalle: la poca cantidad de ciudadanos norteamericanos muertos por el castrismo (18 incluidos tres de origen cubano de Hermanos al Rescate o 45 de acuerdo a Cuba Archive) en contraste con los alrededor de 8 mil muertos cubanos causados directamente por el castrismo. La idea de un supuesto enfrentamiento entre Cuba y Estados Unidos durante estos años se desmorona ante la disparidad de los números.

Estadounidenses ejecutados por el Castrismo

Por Pedro Corzo

La participación de estadounidenses en las luchas de los cubanos por la libertad se puede calificar de constante, un ejemplo heroico fue Henry Reeve, equivocadamente identificado como el “Inglesito”.

Reeve, en realidad, un yankee de Brooklyn, participó bravamente en la primera Guerra de Independencia de Cuba, herido en varias ocasiones retornaba a la lucha con el ardor que nunca perdió. Murió a los 27 años en el combate de Yaguaramas, con el grado de brigadier general del ejército Libertador.

En la lucha contra el régimen de Fulgencio Batista participaron coterráneos de Reeve, el más destacado fue el comandante William Morgan fusilado junto al cubano, también comandante, Jesús Carrera, el 11 de marzo de 1961 en La Cabaña.

Morgan fue precedido en el martirologio por otros paisanos  suyos. Robert Ellis Frost, derribado en febrero de 1960 por el fuego antiaéreo castrista, cuando piloteaba un pequeño avión en el cielo matancero.

En octubre de ese mismo año el capitán Armentino Feria desembarcó en Navas, Oriente, después de varios enfrentamientos, fue capturado junto a los 24 expedicionarios sobrevivientes, días después 10 fueron fusilados, entre ellos cuatro estadounidenses, Robert Otis Fuller, August K. McNair, Anthony Zarba y Allan D. Thompson.

La dolorosa relación se extiende. El 19 de abril de 1961, el estadounidense August K. McNair, operador de radiotelegrafía, fue fusilado junto a Francisco García Guardarrama, Narciso Bello Martínez, Eligio Caleb Suri Goicochea y Gilberto Betancourt Chacón, ninguno había cumplido los 30 años de edad. Habían entrado clandestinamente a Cuba por la provincia de Pinar del Rio para incorporarse a las guerrillas que allí operaban.
Ese mismo día, Howard Anderson, un hombre de negocios que residía en La Habana, acusado de ser agente de la CIA y contacto entre los diferentes grupos que combatían al régimen, fue fusilado al lado de los cubanos Juan Ramón Leal Estrada, Manuel Villanueva y Joaquín F. del Cueto Rodríguez, el primer venerable maestro masón ejecutado por la dictadura.

El 3 de junio de 1961, en la provincia de Las Villas, fusilaron a Williams "Bill" Patterson, ese año, en septiembre, ejecutaron en el paredón a William Horace Patten, quien había ingresado clandestinamente al país para colaborar en la creación de un frente guerrillero.

En Playa Girón, durante los combates, derribaron pilotos cubanos y estadounidenses, estos últimos, volaron voluntariamente a la isla para llevar suministros a los efectivos que combatían en la costa sur de Cuba porque los pilotos cubanos habían operado durante varios días de forma continua y sin descanso alguno.

En esas misiones, que cumplieron en contra de la voluntad de sus superiores,  fueron abatidos Frank Leo Baker, Riley W. Shamburger, Wade Caroll Gray y Thomas Willard Ray, quien sobrevivió a la caída del avión, pero fue asesinado en tierra por un disparo del oficial castrista Oscar Fernández Mell. Los restos mortales del capitán Ray, “Pete Ray”, fueron recuperados por su hija 18 años después.

De esta penosa relación no debe faltar el mayor de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, Rudolph Anderson, hijo, tumbado el 27 de octubre de 1962 por un cohete tipo Sam cuando volaba en un U-2 sobre Cuba durante la crisis de los misiles.

La crueldad del castrismo se hace más insensible con el tiempo. Derribó, en una acción de criminal soberbia, con aviones Mig de combate,  en aguas internacionales, a dos pequeños aviones desarmados que eran tripulados por jóvenes estadounidenses que no realizaban ninguna operación que pusiera en peligro la estabilidad de la dictadura. Así fueron asesinados, por orden directa de Raúl Castro, Armando Alejandre, hijo, Carlos Costa y Mario de la Peña y el joven cubano,  Pablo Morales.

Para esta criminal ejecución en el aire, la dictadura cubana contó con el apoyo de una red de espionaje que operaba al interior de Estados Unidos, que dirigía Gerardo Hernández, que junto a otros dos espías,  fue excarcelado por el presidente Barack Obama y enviados a Cuba.

Los crímenes de los Castro han trascendido las fronteras cubanas. Mucha de la sangre derramada en numerosos países, corresponde a su exclusiva autoría, el auspicio de la desestabilización y la subversión en el continente,  es una forma criminal de hacer política.  

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