El diario español El País publica en estos días un artículo sobre el archivo de Celia Cruz. Ahí va el primer párrafo:
Detrás de la Celia Cruz folclórica y extrovertida, la artista que conquistó escenarios de todo el mundo al grito de ¡Azúcar!, había una persona celosa de su espacio íntimo y muy organizada, con un llamativo gusto por acumular toda clase de papeles y documentos de su vida y su carrera. El archivo íntimo de la cantante cubana más universal (La Habana, 1925-Nueva Jersey, 2003) está en manos de su albacea y último mánager, Omer Pardillo, que lo conserva en Miami como oro en paño y ha dado a EL PAÍS acceso para consultarlo. “Todo lo que tenía que ver con ella lo guardaba. Contratos, cartas, periódicos, fotografías, carteles. Tenía en casa unas cajas de plástico y cuando llegaba de un viaje metía los papeles que se había traído”, cuenta Pardillo en su oficina. El material pasaba entonces a manos de dos hermanas portuguesas, emigrantes ya mayores y siempre vestidas de negro, que eran sus empleadas de la limpieza, cocineras y archiveras. Hoja a hoja, dos señoras sobrias y herméticas, encarpetaban los documentos de la intérprete de La vida es un carnaval.En privado, Celia las llamaba con cariño “mis urracas”. “Les tenía un aprecio enorme”, dice Pardillo. “Trataban sus cosas con un rigor escrupuloso”.
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