Por Israel Abreu
Otra actividad de impacto propagandístico fue la que se efectuó en el Consulado de México, New York, el 31 de agosto de 1993. Se escogió este lugar, además para conmemorar la masacre del 30 de agosto del 1962 cometida por la dictadura cubana, como protesta ante el gobierno de México por la deportación hacia Cuba de un grupo de cubanos que llegaron a las costas mexicanas pidiendo asilo. En esta ocasión se escogió a 5 jóvenes miembros de la Juventud del 30 para que se encadenaran, significando así que no solamente los adultos denunciaban al mundo los atropellos en Cuba, sino que los jóvenes también lo hacían. Hubo algún forcejeo con los miembros de Seguridad del Consulado hasta que finalmente, a nuestra solicitud, salió el cónsul mexicano a quien le entregamos la proclama que llevábamos con nosotros y le manifestamos nuestro descontento por deportar hacia Cuba a los cubanos que llegaban a su tierra pidiendo asilo. También le comunicamos la complacencia del gobierno mexicano hacia la dictadura cubana. La protesta terminó sin mayores consecuencias y cada cual se fue para su casa. Por supuesto, después del “deber cumplido”.
Otra actividad de impacto propagandístico fue la que se efectuó en el Consulado de México, New York, el 31 de agosto de 1993. Se escogió este lugar, además para conmemorar la masacre del 30 de agosto del 1962 cometida por la dictadura cubana, como protesta ante el gobierno de México por la deportación hacia Cuba de un grupo de cubanos que llegaron a las costas mexicanas pidiendo asilo. En esta ocasión se escogió a 5 jóvenes miembros de la Juventud del 30 para que se encadenaran, significando así que no solamente los adultos denunciaban al mundo los atropellos en Cuba, sino que los jóvenes también lo hacían. Hubo algún forcejeo con los miembros de Seguridad del Consulado hasta que finalmente, a nuestra solicitud, salió el cónsul mexicano a quien le entregamos la proclama que llevábamos con nosotros y le manifestamos nuestro descontento por deportar hacia Cuba a los cubanos que llegaban a su tierra pidiendo asilo. También le comunicamos la complacencia del gobierno mexicano hacia la dictadura cubana. La protesta terminó sin mayores consecuencias y cada cual se fue para su casa. Por supuesto, después del “deber cumplido”.
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