El Nuevo Herald reproduce la entrevista hecha por el escritor Francis Sánchez al editor de "El compañero que me atiende". Reproducimos acá un fragmento centrado en la censura:
¿Qué opinas de la predominante visión arqueológica sobre la censura en Cuba y el quinquenio gris?
No sé cómo consiguen ver la censura en Cuba como un asunto del pasado. Con tantos ejemplos que se repiten una y otra vez. El principio de “dentro de la Revolución todo, contra la Revolución nada” es terriblemente represivo y a ese principio no se ha renunciado ni un minuto desde agosto de 1961. Supongo que en esa visión arqueológica tenga que ver que muchos de los censurados de ayer sean parte de la cultura (entiéndase también censura) oficial. En ese sentido, el de la censura, el régimen cubano actual resulta una especie de totalitarismo ilustrado. Los encargados de lidiar con los artistas y escritores ya no son los militarotes de antaño: los Papito Serguera, los Pavones, los Quesadas. Ahora son una mezcla de funcionarios con estudios universitarios con intelectuales graduados en diferentes niveles de censura, incluida la censura en carne propia. Esos últimos resultan a la larga los más efectivos. Son los que le dirán a los jóvenes creadores: “Eres muy atrevido porque eso en mi época no se podía decir”. Y todos tan contentos. Los jóvenes porque les satisface su audacia y los viejos porque sienten que de alguna manera han contribuido a esa “evolución”.
[...]No conozco antecedentes de una antología de este tipo... Aunque hay historias de vida muy bien documentadas, como en “Informe contra mí mismo”, de Eliseo Alberto Diego. Se han hecho antologías de las becas, de los trenes, de cualquier cosa, pero parece increíble que nos faltara la de los omnipresentes “segurosos”. ¿A qué crees que se deba ese silencio? ¿Existiría una sutil raya roja que tú estás cruzando ahora?
Las razones son bastante obvias. El régimen cubano restringe las libertades políticas y económicas de sus ciudadanos más que cualquier otro en la actualidad a excepción de la hermana república de Corea del Norte. Y encima no le gusta que se lo digan. No está preparado para lidiar con una evidencia tan elemental. Se lo dices y en vez de cambiar te amenaza: el Poder quiere que le digas lo hermoso que es o en su defecto te dediques hablar de otra cosa. Los regímenes así son narcisistas por naturaleza. Y pretenden que los intelectuales sean su espejo mágico y confirmen la idea que el Poder tiene de sí mismo. Pero los escritores, incluso en Cuba han demostrado ser, a pesar de todo, una especie bastante resistente. De hecho algunos textos de la antología (no muchos, la verdad) aparecieron antes publicados por editoriales cubanas. La diferencia estriba en que esos gritos que se pierden en el escándalo continuo que es la realidad cubana al ser reunidos en la antología ofrecen un contexto esencial para entender esa realidad. La represión es el elefante en la habitación que nadie quiere mencionar, al que le damos un rodeo de camino a la cocina. Pues “El compañero que me atiende” es un libro sobre el elefante y lo que significa tenerlo metido en tu casa.
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