Sin
embargo, a pesar de toda esta veneración que le debemos, hoy 28 de enero de
2017, será el estreno en New York de un documental de Google, titulado con desvergüenza absoluta “Nuestro Martí”, realizado
con la asesoría y participación directa –habría que enmendar, con la
complicidad- del historiador Eusebio Leal Spengler. En él aparece (5:56-6:08) un
José Martí ridículo, portando un sombrero de copa, blandiendo un florete y cabalgando
un caballo negro con las patas vendadas de blanco, sobre una montura inglesa de
jockey, en una carga al machete (en realidad
en ese momento fatídico usaba un práctico sombrero de castor). Así pues, según
estos “cineastas martianos”, su muerte no ocurrió en el Combate ¡sino el Derby de Dos Ríos! Y en otra parte (2:00)
lo veremos llevando un elegante maletín Samsonite (esta fábrica fue fundada en
1910) mientras se dirige al elegante Delmonico’s
a darse vida de sibarita. El absurdo del corto comienza muy temprano: en el
minuto 1:06 contemplamos embargados de estupor un barco que avanza con la popa hacia el frente (“viento
en proa, a toda vela”, diría un estupefacto Espronceda; ¿o sería El barco ebrio, de Rimbaud?). Es difícil
reunir más despropósitos en apenas los 7,22 minutos que dura el corto,
producido por Brett Perlmutter y dirigido por Ángel Manuel Soto.
Pero
esos no los mayores agravios: peor es, por traicionero y mentiroso, que a Martí
se le trunque traidoramente, para hacerlo simular ante el espectador poco
enterado una falsa simpatía por Marx que nunca sintió (3:12). Eso es violarlo,
mancillarlo, escupirlo. Es matarlo de nuevo, a traición, cobardemente, y
ocultar su cara del sol.
Después,
me dicen qué les pareció.
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