Wednesday, October 19, 2016

Pero por fin ¿dónde se creó la bandera cubana?

Esquina de Howard Street con Broadway 
Por Enrique Del Risco

Fue en Nueva York, eso se sabe. Y que el creador fue el general venezolano Narciso López quien en junio de 1849 luego de desechar anteriores versiones de bandera se apareció en la casa de huéspedes donde residía el poeta Miguel Teurbe Tolón para pedirle a este que este pasara al papel la idea que venía burbujeando en su mente. Se sabe que el general venezolano vivía en aquel entonces en 39 Howard esquina a Broadway. 
Se sabe que Teurbe Tolón fue dibujando la descripción del general López mientras este rechazaba una tras otra las sugerencias de otros exiliados presentes sobre la distribución de los colores o la colocación de un ojo masónico en el lugar que había destinado para la estrella. Se sabe de las tres franjas azules que simbolizaban los departamentos en que estaba dividida la isla en aquellos días y el triángulo rojo equilátero “que simboliza la grandeza del poder que asiste al Gran Arquitecto del Universo y cuyos lados iguales aluden a la divisa masónica de libertad, igualdad, fraternidad y a la división tripartita del poder democrático“, “semejando [la inclusión del triángulo] el mandil de los maestros masones”.
Todo eso se hizo más o menos público desde mayo de 1873 gracias al relato que hiciera uno de los testigos de ese acto inaugural para la nación, el escritor Cirilo Villaverde, cuando en 1849 estaba acabado de llegar a la ciudad luego de escapar de una cárcel en La Habana. El relato de la creación de la bandera lo escribió en forma de carta que apareció publicada el 15 de febrero en el periódico de exiliados cubanos en Nueva York “La Revolución de Cuba.


El motivo de la carta era rectificar un artículo anterior publicado en el propio periódico en el que le atribuía a Gaspar Cisneros Betancourt el diseño de la bandera. Y es que la bandera que encabezara varias expediciones frustradas a la isla hacía más de dos décadas en 1873 era ya el símbolo de una insurrección que llevaba un lustro en marcha, la cifra de una nación que pugnaba por nacer a tiro limpio.
En la descripción de Villaverde se mencionaba la calle en que estaba la casa de huéspedes en la que vivían los Teurbe Tolón pero no se decía el número de la casa, esa delicadeza urbana que es la precisión de no tocar la puerta equivocada. Villaverde contaba cómo asistió junto a otros a la creación de la bandera “en torno de una mesa cuadrilonga, en la sala del fondo del segundo piso de una casa de huéspedes de la calle de Warren, cerca del río Norte, entre la calle Church y Collene Place, en los primeros días del mes de junio de 1849” y que allí “vivía Tolón y allí concurríamos casi todos los desterrados de entonces”.

Saber al menos la calle en una urbe que crecía en todas direcciones, no es poca cosa, dirían muchos. Eso al menos se pensó durante casi ochenta años hasta que en 1952 el historiador Herminio Portell Vilá, el biógrafo más acucioso del creador de la bandera publicó el segundo tomo de “Narciso López y su época”. Allí daba cuenta de un hallazgo que complicaba todavía más las cosas. Donde antes teníamos una calle a la que atribuir el nacimiento de la enseña nacional ahora aparecían dos de las cuales por fuerza una tenía que ser falsa. Portell Vilá había comprado a la familia de Villaverde el diario de notas que el escritor llevaba en los días en que era secretario de Narciso López. Y en unas notas del diario que intentaban sintetizar la biografía del general Narciso López se confirmaba su descripción de 1873 en casi todos los detalles. ¿En todos? No. En lugar de ubicar la casa de huéspedes en que se alojaba Teurbe Tolón en junio de 1849 en la calle Warren lo hacía en Murray entre Broadway y Church Street aunque igualmente sin aclarar en qué número exacto. 
En todo caso tampoco era demasiado el margen de error, se consolaría alguno: ambas calles se encontraban a unos cincuenta metros una de otra y a su vez bastante cerca de la alcaldía de la ciudad y del futuro punto de partida del puente de Brooklyn. Excéntrica de la nación que intentaba representar la bandera al menos tenía como lugar de nacimiento el corazón de la ciudad que luego se autoproclamaría como capital del mundo.
La calle Murray en un grabado del siglo XIX


Desde entonces todos los historiadores que se acercaban al tema (Enrique Gay Calbó, Avelino Couceiro Rodríguez entre otros) debían advertir que su certeza sobre el sitio en que la futura nación se hizo tela lejos de hacerse más precisa se había dividido en dos.

[Continuará]

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