Thursday, November 30, 2017

40 velas en el cake del exilio (cumpleaños de El Super)

Un artículo del periodista Luis Leonel León sobre el cuarenta aniversario de El Súper, obra de teatro de Iván Acosta, miembro de nuestra academia. El artículo ha aparecido hoy mismo en el periódico venezolano El Nacional. Los dejamos con los primeros párrafos. ¡Felicidades Iván!:
40 velas en el cake del exilio (cumpleaños de El Super)

Por Luis Leonel León 
Si fuéramos a dramatizar esta escena me gustaría comenzarla así: el autor sujeta entre sus manos un gran pastel de cumpleaños con forma de máquina de escribir (una dulce copia de la que guarda en su librero, la primera que le compró su padre). Ha pasado el tiempo, pero a no ser por estas inusuales y merecidas celebraciones, ni él ni sus personajes se percatan de las 40 velas encendidas sobre un hermoso cake hecho en casa, en un hogar de exiliados cubanos, en un piso 42, en la Gran Manzana, donde Iván Acosta vive desde hace más de medio siglo. Casi toda su vida.
Allí, en Manhattan, escribió y estrenó en 1977 El Super, un clásico de la creación cubana. No solo de su larga e incomprendida diáspora: seres con el alma partida en dos, cuyas memoria e ilusiones retratan esta encantadora obra. Un destino del que no ha podido huir Acosta. Al contrario, ha sido el centro de sus invenciones, de su cotidianidad, aun después de tanto tiempo.
Durante cuatro décadas El Super ha demostrado poseer el raro don de escapar de sus páginas, del escenario o la pantalla, para instalarse en la –no menos teatral– realidad, desde donde una vez saltara a cautivar y sacudir la imaginación de su autor, testigo y protagonista de estas vivas escenas, esta cadena de sentimientos que parecieran condenados al eterno retorno. Muchos de los sueños y vivencias del artista multifacético que es Acosta, auténtico cubano de Nueva York, habitan el ADN de sus personajes. Antihéroes nostálgicos del desarraigo, que acuden a los dispositivos del humor como salvación ante los sueños imposibles, lo aterrador de cargar con el absurdo real, diario, violento, casi poético, de esa maleta vacía que siempre es el exilio.
El éxito de El Super se deberá siempre a la sencillez del texto, construido con situaciones y diálogos que nacen de la verdad, que no busca llamar la atención con hojarascas sino contar una historia real a través de personajes auténticos. De ahí que su estreno, dirigido por Acosta, conquistara en 1978 los más importantes premios ACE (Asociación de Cronistas del Espectáculo) de Nueva York en el apartado de teatro: mejor obra y mejor dirección, y colocara a su joven escritor-director entre los más interesantes dramaturgos cubanos e hispanos en Estados Unidos.
La película El Super (1979), primer largometraje de ficción de León Ichaso y Orlando Jiménez Leal, rodada en un sótano neoyorquino con casi el mismo elenco del montaje teatral de Acosta, es una perfecta traducción de la obra, desde el abordaje de las situaciones y los diálogos hasta el desempeño de los personajes. Sin duda es una de las mejores adaptaciones cinematográficas del teatro cubano. No en balde acaparó una veintena de premios internacionales, entre ellos el Gran Premio del Festival de Manheim, el Premio de la Association des Cinémas d’Art et d’Essai en el Festival de Biarritz, fue seleccionada como la Mejor Película del Año por la ACE de Nueva York, se exhibió en el prestigioso ciclo New Directors/New Films del Museo de Arte Moderno (MOMA) de Nueva York, y fue acogida en célebres festivales como los de Venecia, Montreal y Los Ángeles.
Esta tragicomedia (estatus del alma tan isleño, tan cubano) refleja cabalmente, entre risas, penas y anhelos, la experiencia de los desterrados de la mayor de las Antillas Mayores, luego de que en 1959 la llamada “revolución cubana”, que no es más que el castrismo, se sembrara en el poder y en el subconsciente colectivo de una nación herida, fragmentada, vilipendiada, incomprendida, incontada, en larguísima fuga. Tanto el texto como la película y los montajes teatrales que se han realizado de El Super amparan esa lectura, esa arcana emoción de saberse un antihéroe, casi feliz, casi héroe.
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El eufemismo que me atiende…

El académico de la AHCE Alejandro González Acosta nos envía esta reseña de la antología El compañero que me atiende editada por el también miembro de la AHCE Enrique Del Risco:

El eufemismo que me atiende…

Alejandro González Acosta, Ciudad de México

Lichi[1] me contó, que la última vez que estuvo en Cuba[2], fue a visitarlo a su casa un coronel del G-2, hermano de un famoso historiador cubano muy amigo, residente en México. Entre tragos y ya en confianza, Lichi le preguntó: “Ven acá, chico, aquí entre nosotros: seguramente ustedes me tienen cableao[3] por todas partes, ¿verdad?” “No, Lichi –le respondió el otro- no hace falta, porque nosotros ya sabemos cómo piensas tú y hasta lo publicas…” “Además -agregó el seguroso- ya no tenemos la técnica[4] de antes, cuando estaban los bolos[5]: ya nos queda muy poquita en buen estado… Y la poca que tenemos, se la ponemos a los del Comité Central, porque de esos sí nos interesa saber qué están pensando y planeando…”
Quizá sea una más de las tantas fabulaciones de Lichi, pero sospecho que esta fue cierta.
Me vino la anécdota a la memoria ahora que recién se publicó El compañero que me atiende (Hypermedia, 2017), la compendiosa y oportuna compilación que ha reunido como Editor el historiador cubano exiliado en Nueva York, Enrique del Risco (“Enrisco” para los cercanos).
Como tantas otras frases comunes en la isla, quizá este título escape a la cabal comprensión de cualquiera que no sea cubano, y no haya pasado al menos una parte de su vida en ella durante los últimos 60 años. “El compañero que me atiende” puede ser, para los extraños, algún mesero, un mecánico, un empleado cualquiera, que con gentil y fraternal camaradería nos procura algún servicio o producto. Pero, entre cubanos, sabemos que esto no es así, ni mucho menos.
Así como entre los “logros” de la “revolución cubana” se exhibió con orgullo que cada niño tuviera su maestro y cada enfermo su médico, pues también cada ciudadano cuenta con su propio policía, solícito y atento a cuando diga, escuche y piense. Ese personaje ubicuo y omnipresente, casi omnisciente y pretendidamente omnipotente, es, a fin de cuentas, “el compañero que me atiende”. En un sistema totalitario como el cubano actual, donde “todo lo que no está prohibido es obligatorio”, es normal que la mitad de la población vigile a la otra mitad, y aún entre ella misma no se pierdan paso ni pisada. Porque algo realmente monstruoso que escapa a la comprensión del resto del mundo “normal” (Cuba hace mucho tiempo que ya no es un país “normal”) es que ese “compañero que me atiende”, tiene, a su vez, su propio “compañero que lo atiende”, y este también cuenta con otro “compañero que lo atiende” … en una sucesión ininterrumpida e infinita, hasta llegar a la cúspide de la pirámide donde está ese Gran Hermano que vigila a todos y, quizá, hasta a sí mismo, se ocupa mirándose en un sospechoso espejo delator. Todo es posible en ese surrealismo caribeño.
Enrique del Risco entiende esto perfectamente, y por eso su pertinente comentario sobre El Proceso y El Castillo del célebre y profético autor checo, que incluye en su pórtico prologal. Se ha dicho, y no como chiste, que “de haber nacido en Cuba, Kafka habría sido un escritor costumbrista”. Para los cubanos modernos, la suma de El Proceso y El Castillo tiene un sólido y macabro símbolo arquitectónico: Villa Marista, el “home sweet home” de todos los “compañeros que atienden”.
Si alguien sabía bien de ese tema del “compañero que me atiende” era Lichi: su famoso Informe contra mí mismo no es más que la respuesta que al cabo de los años y del hastío, le dio al seguroso que fue a contratarlo para que vigilara a su propia familia. Este asunto del espionaje ciudadano es casi un género en la literatura cubana opositora: Antes que anochezca, de Reinaldo Arenas, sería otra respuesta a “ese compañero que me atiende”. Y Contra toda esperanza, de Armando Valladares, también. Y Todo el mundo canta, de Rafael E. Saumell. Y Fuera del juego (aunque en este habría que corregir, el compañero que “nos” atiende, pues debería incluir a su entonces esposa, la poetisa Belkis Cusa Malé), En mi jardín pastan los héroes, y La mala memoria, de Heberto Padilla; y el Mapa dibujado por un espía, de Guillermo Cabrera Infante; y La nada cotidiana, La hija del embajador y La noche al revés, de Zoé Valdés; y 20 años y 40 días, de Jorge Valls… Y hasta El hombre que amaba los perros, de Leonardo Padura, es, a su modo, también una novela de vigilancia permanente.
Para los cubanos de esta época, el “Bosque de Ojos” de Alicia en el país de las maravillas es una realidad nada imaginativa: todo se oye y todo se sabe en ese presidio total que es la Cuba de los Castro. Por eso esta obra de Lewis Carroll sirvió a Jesús Díaz para su brillante paráfrasis de Alicia en el pueblo de Maravillas (1991), con una imponente caracterización del inolvidable Reynaldo Miravalles en el papel de “El Director” del Sanatorio Satán de Maravillas de Noveras, con su enhiesto y huesudo dedo acusador, descendiendo de los cielos en el traqueteado ascensor.
Poco antes, Díaz había logrado -¡al fin!- publicar su inolvidable novela Las iniciales de la tierra, donde el protagonista Carlos Pérez Cifredo enfrentaba otra de las variantes del “compañero que me atiende”: el interminable documento autobiográfico que tantos cubanos han escrito, el famoso cuéntame tu vida, la implacable e intrusiva planilla de ingreso a una organización política. Este puede considerarse también otro género paralelo al que propone Del Risco más adelante. En algún lugar de la isla –quizá en Villa Marista- debe existir un archivo enorme con todos los “cuentametuvida” que se han escrito en estos casi 60 años. Una Biblioteca de Babel de delaciones y, peor aún, de autodelaciones, conservada para memoria –y asco- de la posteridad. Deberemos tener entonces un nuevo V. Chentalinski que haga con esto lo que él hizo con Los archivos literarios del KGB.
No lo podemos negar: el filme alemán La vida de los otros y La broma de Kundera, para los cubanos, son parte de una vitalísima bibliografía cotidiana, una especie de literatura de autoayuda caribeña, y este libro lo confirma. Pero amigos sabios me advierten que esas referencias deberían incluir igualmente clásicos como El hombre rebelde, de Camus, y El pensamiento cautivo, de Milosz.
En esta “obra de creación múltiple” participan 57 autores vivos, todos cubanos, la mayoría fuera de la isla, pero también algunos que residen en ella, y para los cuales el hecho mismo de publicar en este libro puede atraer severas consecuencias; por lo menos, una amable visita del “compañero que todavía los atiende”. Son 57 testimonios, pero podrían ser también 11’616,004 (los habitantes totales de Cuba según el último cálculo oficial de 2017), pues todos tienen, tuvieron o tendrán una historia parecida (sin contar los dos millones en el exilio). Y es que todos los cubanos dispersos por este ancho y ajeno mundo desde 1959 para acá, conservamos una anécdota al menos de ese solícito acompañante de nuestros terrores y temores.
Pero no seamos ingenuos: la perversidad de ese sistema no se limita sólo a los cubanos: en la isla, todo el mundo es sospechoso, aunque se pruebe lo contrario. Los corresponsales y los diplomáticos extranjeros, también tienen su “compañero que los atiende”, sólo que organizados con otras fachadas: el Centro Internacional de Prensa, los primeros, y la Dirección General de Protocolo, los segundos, ambos bajo la camuflada cobertura del Ministerio de Relaciones Exteriores.
Y tampoco debemos limitar la atención vigilante sólo a los cubanos en la isla: fuera de ella, también siguen siendo objeto del cuidadoso seguimiento que se organiza desde las embajadas del régimen, siempre escandalosamente sobrepobladas y con una intensa actividad de espionaje, cubiertos con la fachada de la Cancillería, apoyada por ese gran Ministerio de la Policía Exterior que es el Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos.
Por tanto, este libro se inscribe plenamente en el género testimonial que parió la misma Revolución Cubana, así como Operación Masacre, Trelew y tantos más, pero del otro bando: del otro lado de la puerta… o de la pared. Aunque los “críticos” oficialistas afirman que si el testimonio no es “progresista, revolucionario y comprometido” no es testimonio, la necia realidad los contradice. De hecho, hoy resulta mucho más vivo y convincente el testimonio de las víctimas de las represiones comunistas, que el de los represores empeñados en negarlas o desfigurarlas.
El intelectual vigilado y perseguido en Cuba viene de muy atrás. Convencido de que lo acosaban, Manuel Zequeira pretendía hacerse invisible al colocarse un sombrero. José María Heredia salió del país disfrazado de marinero, auténtico proto-balsero, huyendo de la policía. José Jacinto Milanés terminó sus días en un manicomio presa de un estupor persecutorio. José Martí viajó a Cuba como Julián Pérez para burlar la aduana pre-castrista. Virgilio Piñera estaba permanentemente obsesionado con un viejo pánico, esperando que fueran por él. Raúl Hernández Novas, como a pesar de andar tan encogido, no podía ocultarse más por ser muy alto, se suicidó: después de atravesar el enigma de las aguas se lanzó de cabeza –da capo- a la muerte liberadora.
Un cubano típico se siente permanentemente vigilado. Incluso, cuando por fin logra escapar de la isla-cárcel, durante mucho tiempo busca micrófonos en lámparas y bajo las mesas, si algún incauto le hace una pregunta que considera comprometedora. Nunca habla lo que piensa, porque conoce bien el precio de hacerlo. Sale bien adiestrado. Luego se va soltando y hasta habla de más: algunos dicen que le pagaron para que hablara, y luego le pagaron más para que se callara.
La guardia siempre en alto de un filoso machete amenazador y el dilatado ojo, avizor y omnipresente, que parece de santería, forman el símbolo de los CDR, la más nefasta, corruptora y denigrante de todas las truculentas invenciones en La Isla del doctor Castro. Te estoy cachando, susurra el emblema. Sin saberlo, aquellas ancianitas frustradas, amargadas y necesitadas de sentirse útiles en algo, las clásicas cederistas, son las descendientes de las parisinas calceteras de la Plaza de Greve y las pescaderas del Marais. Pero no se llaman Charlotte ni Lisette, sino Cusa “la del Comité”: ¡Alabao!
Un chiste sobre el gobierno puede ser mortal. En mi época, entre amigos, como exorcismo exculpatorio y profiláctico, previendo la presencia de micrófonos –o de personas con igual cometido- al escuchar un “chiste contra el gobierno” solíamos culminar la carcajada con una frase: “Que conste: si me río es por indignación”. Y es que en Cuba, vieja receta de la NKVD y el KGB, aún colgados, los teléfonos escuchaban cuanto se decía cerca de ellos.
Una persona muy entrañable para mí, perdió su prometedora carrera como economista por hacer un chiste sobre Nicolás Guillén, con una versión burlona de su poema “Tengo”, en un grupo de supuestos amigos, y alguno de estos corrió a informar a la Securitate cubana, que lo expulsó de la Universidad de La Habana. Todo culminó en una escena grotesca: el entonces Rector (Reptor), lo fulminó con una frase lapidaria: “Entre la duda y la Revolución, me quedó con la Revolución”. Luego, ese mismo rector fue gloriosamente tronado: such is life in this tropics, dearest. Porque lo mejor de toda esta historia, es que la Tierra (aunque algún orate lo ponga hoy en duda) es redonda, y da vueltas …
La mentalidad profundamente religiosa del comunismo, y en especial de dos antiguos discípulos jesuitas como fueron Stalin y Castro, mueve el sistema para ese constante “examen de conciencia”, del cual “el compañero que nos atiende” es una suerte de confesor en traje civil. Esos “castillos del alma” y los “ejercicios espirituales” marxistoignacianos que culminan en la famosa autocrítica (mucho mejor y más efectiva si es pública y humillante), son parte de un proceso de constante e interminable catequización y purificación. Todo el mundo necesita ser revisado periódicamente, y de esta forma se le brinda la generosa posibilidad del “arrepentimiento”. Lo que sí no se perdona es negarse a la confesión y la autoinculpación, y menos aún perseverar en el error con la nefasta “autosuficiencia” burguesa que se opone a aceptar los cargos y pecados …
Algo especialmente perverso de este “policía de cabecera” es que, contra toda presunción, no se oculta, sino todo lo contrario: se muestra impúdica, se exhibe, se aparece, demuestra que está presente siempre y en todas partes. Porque su misión principal, además de atemorizar, es disuadir, y aconsejar cariñosa y persuasivamente, casi como un amigo: “no te quemes, chico”, “no te busques problemas”, “yo te entiendo, compadre, pero…” Es, digamos, un amable verdugo delicado, casi delicuescente y etéreo. Un “ángel de la guardia” en mangas de camisa, quien no sólo puede expulsarte del paraíso sino también meterte a la cárcel, que es el Purgatorio, o el Infierno, de acuerdo con la extensión de la condena.
Género totalitario policíaco, lo bautiza Enrique del Risco, acertadamente. También podría ser una especie de bildungsroman comunista, una especie de novela formativa cubana, la “educación sentimental” del “hombre nuevo”. O también de escatología policiaca, por el perseverante fantasma que siempre te persigue. O la novela neo-gótica del castrismo, con sus monstruos horrendos. O surrealismo bufo. Una suerte de orweliano 1984, pero en presente continuo del indicativo, up to date, 2017.
La amabilidad del “compañero que atiende” se dirige en dos direcciones: controlar y sujetar a su “atendido”, pero también buscar su cooperación, y lograr que se convierta de sospechoso en delator. Porque la delación es la joya que corona el trabajo de persuasión, y hay muchos que andan por ahí cojeando de esa pata…
La delación ha sido presentada históricamente como una “virtud revolucionaria” desde muy antigua fecha: en la Unión Soviética de Stalin fue muy popular la figura ejemplar del pionerito Pavlik Morózov (1918-1932), quien en un supremo arranque de generoso comunismo militante denunció a sus padres y abuelos, que fueron fusilados. Luego él murió, según la propaganda, asesinado por otros familiares vengativos, pero las últimas investigaciones realizadas en los archivos del KGB permiten a Catriona Kelly asegurar en su libro Comrade Pavlik: The Rise and Fall of a Soviet Boy Hero (2005), que al parecer fue el propio “compañero que lo atendía” quien liquidó al locuaz Pavlik, siguiendo órdenes superiores, para después dedicarle estatuas, libros, canciones, un poema sinfónico, una ópera, y hasta una película del laureado Serguei Eisenstein (El prado de Bezhin, 1937). Esto debe servir de sabia advertencia para los colaboracionistas incautos, que resulta sumamente peligrosa su tarea, no tanto por sus víctimas, sino por sus mismos jefes. “Si los héroes no existen, hay que inventarlos, al precio que sea”, decía el buen Koba detrás de su humeante pipa.
Una de las más diabólicas perversiones del sistema es que, además de un infaltable Carné de Identidad, todo ciudadano cuenta con un Expediente, pero que al contrario del primero, el cual debe portar siempre, al segundo nunca lo ve, pero decide su vida todo el tiempo, lo mismo si progresa o fracasa, si adelanta o retrocede, si vive o no. Y ese expediente tiene un escribano permanente dedicado, que es, precisamente, “El Compañero”, ese “ángel aniquilador” que no le pierde pie ni pisada, un sabueso siempre olfateando sus huellas, ese devoto escriba que nos escribe nuestro Libro de la vida.
En la retorcida lógica represiva del comunismo, todo es culpabilizable, y por tanto, castigable. Si estamos vivos, seguramente algún pecado y varios crímenes estamos cometiendo. Se trata sólo de averiguarlo. De esta suerte, si el Poder decide investigar tu vida, siempre encontrará algo por lo cual culparte y castigarte. Y de todos modos si no aparece nada, lo inventa: Ángel Santiesteban sabe algo de eso…
Es una pena que Fidel Castro no haya podido leer este libro, sobre el que su presencia gravita permanentemente. Me hubiera gustado suponer que lo disfrutaría mucho, porque vería en él su obra más trascendente. Fue muy afortunado porque tuvo una vida larga, aunque infecunda, siempre rodeado de la veneración y la obsequiosidad de sus atemorizados cercanos, y seguramente le habría encantado conocer la creatividad de sus subalternos a quienes delegó la honrosa tarea de ser vigilantes, en ese gobierno calcado de Minority report que construyó, “con la delectación de un artista”. Lo ideal para él era que todos lleváramos nuestro propio vigilante por dentro, una suerte de sinuoso doppelgänger, o taimado “abuelo Paco” incrustado en el subconsciente. Ese “compañero” es, por tanto, una suerte de ente vampírico, insaciable y contaminante: al succionarte, te concede una vida prolongada pero también te hace impuro, a su imagen y semejanza, como otro engendro.
Pero tengo una sospecha terrible: en realidad, al sistema y sus agentes no les preocupa verdaderamente lo que la gente piense, sino lo que dice y hace. Es una especie de complicidad tácita de que aunque imagine, suponga y hasta sepa lo que piensas, lo que realmente le importa es lo que hagas y digas, obligando a la gente a actuar falsamente sin descanso, en una permanente performance, una esquizoide representación inacabable, con una irreparable disociación psíquica que forma el carácter del “hombre nuevo” actual: “Sé que no me amas, pero lo importante es que me obedezcas y veneres”.
Una de las más cruelmente deliciosas y masoquistas experiencias será sin duda cuando se derrumbe finalmente ese régimen de pesadilla, y se puedan leer los abultados expedientes que espero no destruyan en su precipitada caída, guardados en la Seguridad cubana, la gran fábrica de los “compañeros que atienden”.  Confío que no los eliminen porque sé que querrán perversamente dejar sembrado el germen de la discordia durante 100 años más. Pero finalmente con la dolorosa verdad vendrá la salud mental social e individual. “Dentro de 100 años –dijo el aristócrata francés mientras subía los peldaños hacia la guillotina que lo esperaba filosa y sedienta- todo esta será sólo una anécdota”.
Ese “compañero que nos atiende” también es todo un personaje cinematográfico, un Pepe Grillo en uniforme de guayabera o safari, con bolsillos repletos de bolígrafos, y pantalones con una pata negligente y elegantemente metida en la bota. No olvidar que las gafas oscuras son parte esencial del outfit. Merece una película, para ser exhibida en festivales del cine de horror y el humor involuntario, como las series de Móvil 8 y Sector 40, con aquel “Manquito” siniestro y burlón que nos perseguía por todas partes.
Habrá que esperar ahora el apasionante testimonio del otro lado, escrito por ellos; podría titularse Los compañeros que atendí, donde se apreciará la magnífica influencia que los vigilados tuvieron sobre los vigilantes, obligados por aquellos a leer filosofía, historia y arte, y hasta escuchar música “curta”, para lograr entender y vigilar mejor a sus presas. ¡Qué grandioso nivel cultural alcanzaron gracias a ello! Porque, no olvidarlo, ironía suprema, ellos también han estado permanentemente vigilados por sus mismos “compañeros” que los atendían.
Pero los “compañeros que atienden” han sido además buenos pedagogos y han formado discípulos aventajados, y ya no se requiere de su presencia, pues sus pupilos han resultado tan capaces como ellos: los jerarcas culturales –Barnet, Prieto, Arrufat y varios otros- son ya tan buenos en ese oficio de tinieblas como lo fueron en su momento los “compañeros que los atendieron”: no se puede negar que tuvieron excelentes maestros y resultaron magníficos estudiantes.
Esos “compañeros atentos” han sido lo mismo “asesores literarios”, “curadores de exposiciones”, “vigilantes editores”, que “jurados omnipotentes y decisivos de concursos literarios” … Verdaderamente proteicos y sabelotodo. Y además muy orgullosos de su misión: recuerdo a un afamado pintor y diseñador gráfico, que proclamaba ufano y estentóreo su condición de “trompeta”, es decir, delator de sus colegas, por lo cual fue recompensado y condecorado con la Medalla por el XX Aniversario del MININT. Es la ínfima vanidad del miserable, el gozo inocultable por esta variante del bullying ideológico, un sorprendente ludismo tanático entre el gato y el ratón.
Si alguien dentro de este género merece se escriba una novela sobre él, sería José Abrantes, quizá la figura más dramática –en términos de la artística tensión de conflictos- de los últimos años. Posiblemente algún día alguno de sus descendientes se decida a escribirla, pues el ministro despeñado fue primero el instructor y creador de los “compañeros que atendían”, antes de ser él mismo atendido por sus entenados entrenados.
Aunque suelen ser solitarios, los “compañeros que atienden” pueden operar en dúos armoniosos, pero no al mismo tiempo, sino sucesivamente: primero, aparece el policía bueno, y si no entiende la lección, viene el policía malo. O al revés, según el paciente. Pero están bien distribuidos, coordinados y organizados. Son una pareja didáctica, en el más puro estilo Makarenko: todo un poema pedagógico. Son los Stajanovistas de la cultura y el pensamiento, los Lunacharskis de las ideas, los Dzerzhinskis de las metáforas. En suma: el querido enemigo.
Enrique del Risco califica de anomalía esta nutrida antología, porque el género obviamente no puede gozar de salud comercial en los países donde es una realidad viva, pues pertenece a la “literatura rigurosamente vigilada”, y porque tampoco se quiere –por entendible salud mental- recordarlo demasiado ni revivirlo en una sociedad que ya lo erradicó. Es, pues, un género ingrato y molesto, pero necesario para la memoria, para no repetir la experiencia.
Este libro antológico (en ambos sentidos) es, por tanto, un texto no sólo literario e histórico, sino informativo y educativo. Constituye todo un Manual Práctico de Pedagogía Totalitaria en activo. Sólo por eso, ya merecería difundirse ampliamente. Para que a otros quizá les sirva –aunque nadie aprende por cabeza ajena- lo que ya pasaron y sufrieron (y continúan padeciendo) los cubanos, esos seres alegres, despreocupados, juguetones y siempre bajo sospecha, inquietos cronopios y esperanzas permanentemente vigilados por severos famas.
Esta es, por otro lado, una obra de catarsis y exorcismo, y sería el verdadero Libro de Texto del Gran Ministerio de Domesticación Social y Política. También puede tener otro uso: al mostrar las interioridades de los mecanismos de espionaje y delación, puede asumirse igualmente como un antídoto y preventivo profiláctico, con las recetas que los grandes maestros artísticos elaboraron por su dolorosa experiencia personal para evadir, confundir y engañar a ese sujeto vigilante, ese monstruoso eufemismo que necesita atendernos, para sobrevivir él mismo como pieza eficaz y productiva de un mecanismo atroz: es el posible recetario para neutralizarlo.




[1] Eliseo Alberto de Diego García-Marruz (Arroyo Naranjo, 10 de septiembre de 1951-Ciudad de México, 31 de julio de 2011)
[2] La última vez en vida. Luego regresó, ya convertido en “polvo enamorado” para cumplir su voluntad y ser dispersado en las turbias aguas del río cercano a su casa natal, por su hercúlea hermana jimagua Fefé (Josefina de Diego), su sorprendente hija María José y un grupo de amigos cercanos.
[3] Con micrófonos ocultos.
[4] La tecnología, los equipos, los micrófonos.
[5] Soviéticos.

Wednesday, November 29, 2017

Anuario Histórico Cubanoamericano: un resumen

La Academia de la Historia de Cuba en el Exilio, Corp. acaba de publicar el primer número de su Anuario Histórico Cubanoamericano. En dicho anuario, editado por el académico Octavio de la Suarée, sobresalen trabajos de Iván Acosta, Miguel Cabrera Peña, Eduardo Lolo, Gustavo Pérez Firmat y Armando Valladares. Dicho número también cuenta con un dossier dedicado al escritor Reinaldo Arenas que incluye entrevistas sobre el autor con los escritores Juan Abreu y Vicente Echerri, la artista visual Clara Morera y el crítico Enrico Mario Santí; los recuerdos de María Badías Valero de su primer viaje con Arenas al Cañón del Colorado; y un discurso también inédito del estudioso Alejandro J. González Acosta dedicado al escritor exiliado.  De no poco interés debe resultarle a los lectores la carta de renuncia de Rogerio Zayas-Bazán Secretario de Gobernación bajo la presidencia de Gerardo Machado presentada por su descendiente el conocido profesor Eduardo Zayas-Bazán. Como adelanto los dejamos con el índice del anuario. 


Aparece el primer Anuario de la Academia de Historia de Cuba en el Exilio

Nuestra Academia de la Historia de Cuba en el Exilio, Corp. se propone ofrecer la verdadera situación de la realidad cubana a sus lectores, realidad que, en la gran mayoría de los casos, aparece tergiversada en la visión oficial del gobierno castro-comunista de la isla, cuyo único interés reside en mantenerse eternamente en el poder sin ofrecer las más básicas garantías civiles de pensamiento y expresión a sus ciudadanos. Esa es la razón principal por la que este Anuario Histórico Cubanoamericano se publica en los Estados Unidos comenzando con este año de 2017, pasadas ya casi seis décadas desde el comienzo de la traicionada Revolución de 1959. Este hecho brinda a los escritores que contribuyen a sus páginas, por una parte, libertad de expresión, gesto que aún no se puede hallar en Cuba, y, por otra, le ofrece tanto al historiador como al simple interesado en la materia una amplia perspectiva para poder juzgar los logros de dicha revolución pasadas ya las pasiones que suscitaron la separación de la isla del mundo occidental con La Declaración de La Habana de 1962.

Contribuyen a este número:

Luis Israel Abreu, Antonio A. Acosta, Iván Acosta, Miguel Cabrera Peña, Enrique Del Risco Arrocha, Alejandro J. González Acosta, Fidel González, Salvador Larrrúa-Guedes, Eduardo Lolo, Gustavo Pérez Firmat, Oneida Sánchez, Octavio de la Suarée, Armando Valladares y Eduardo Zayas Bazán.

Puede adquirirlo en Amazon.

Monday, November 27, 2017

EL MOVIMIENTO REVOLUCIONARIO 30 DE NOVIEMBRE “FRANK PAIS” EN EL EXILIO

                    

Por Luis Israel Abreu
PRIMERA PARTE (1961 a 2005)
                El Movimiento Revolucionario 30 de Noviembre “Frank País” (MR-30-11) fue fundado en Cuba el 13 de marzo de 1960. Su fundador principal fue David Salvador Manso a quien acompañaron los hermanos Gabriel y Guillermo Hernández Custodio, José “Bebo” García, Hiram González, José Richard Heredia, Carlos Rodríguez Quesada y Luis Israel Abreu, entre otros. Durante los primeros años de su fundación el Movimiento sufrió todo tipo de persecución. Cientos de sus integrantes fueron a las cárceles sufriendo atropellos y torturas, decenas fueron fusilados, cientos se exiliaron y algunos se fugaron, como. por ejemplo, Hiram González. Hubo varios que salieron de la cárcel después de haber cumplido sus condenas, pero otros se acogieron al Plan de Rehabilitación para obtener su libertad. Entre los últimos se encuentra el fundador del Movimiento, David Salvador Manso, quien trató de negociar su libertad, pero finalmente aceptó el Plan de Rehabilitación que consistía en no continuar la lucha contra la dictadura de ser puesto en libertad. Aunque es bueno aclarar que antes de salir del presidio de Isla de Pinos fue separado del Movimiento por el Ejecutivo del 30.                                                                                                       
Después de este breve resumen de la historia Movimiento 30 de Noviembre en Cuba pasamos a su etapa en el exilio, aunque, debido a lo extenso de su existencia (57 años, desde su fundación) nos es imposible entrar en muchos detalles, solamente nos referiremos a datos sobresalientes, obviando, en su mayoría, a aquellos que son propios de todas las organizaciones del exilio, como manifestaciones, protestas, declaraciones, divergencias, etc. También, por el mismo motivo, solamente mencionaremos los nombres de los miembros de nuestra organización que en algún momento han dirigido al 30 o a aquellos que en una u otra forma se han mantenido activos a lo largo de toda su vida en el exilio. En concordancia con lo antes dicho, comenzaremos diciendo que la vida útil del Movimiento 30 de Noviembre en el exilio comenzó a mediados del año 1961 y se ha extendido hasta nuestros días, 2017, con mayor o menor grado de actividad. En la primera etapa, más o menos entre 1961 y 1988 podemos mencionar, como los principales dirigentes que participaron en las distintas reorganizaciones del Movimiento a: Carlos Rodríguez Quesada, Guillermo Robe, Norberto Abreu, Francisco Verdecia, Rolando Infante, Antonio Pons, Carlos Calvo, Luis Quintero, Hiram González y Luis Israel Abreu. En cuanto a algunos de los colaboradores más eficientes que contribuyeron a estas reorganizaciones y, que en una forma u otra se han mantenido activos, tenemos a: Pepín del Río, Arturo Díaz, Jorge Dulzaides, René Cruz, Andrés Robaina, Leopoldo Morgado, Rafael Artiles, Rolando Barrero, Ismael Hernández Sarduí, Jesús Brito, Manuel Fernández (Anibal), Belia Verdecia, Ricardo Vázquez, Emigdio González (El Cabito Oliva), Hidalberto Sánchez (El Piche), entre otros.  También contribuyeron, aunque ya han fallecidos: Lázaro Machado (Trajín), Bertha Abich, Gilberto Montenegro, Roberto Infante, Elizardo Martínez y Manuel Ceballos.

Carlos Rodríguez Quesada, 1961 a 1974. – Renace el Movimiento Revolucionario 30 de Noviembre “Frank País” en La Florida en el año 1961 con la llegada de algunos dirigentes que salieron de Cuba por esa época, como Carlos Rodríguez Quesada, Jesús Brito, Rolando Barrero, Gilberto Montenegro, Hiram González, etc. Rodríguez Quesada fue el principal reorganizador en esta etapa. Es bueno señalar que en esta época el Movimiento permaneció reorganizado solamente en La Florida y luego decayó nuevamente.  

Guillermo Robe, 1962 a 1965. – Por esta época llegaron a la Zona Norte (New Jersey-New York) algunos cubanos opositores perseguidos por el régimen comunista, los que trataron de reorganizar al MR-30-11 para continuar la lucha por la democracia desde el exilio. El Coordinador del 30 fue Guillermo Robe. Acompañaron a Robe: José Girón, Arturo Díaz, Rolando Infante y algunos más a cuyos nombres no hemos podido acceder. La oficina la instalaron en New York. En cuanto a las actividades efectuadas, tampoco tenemos buena información sobre las mismas.

Norberto Abreu (1980 a 1981). – Después de algún tiempo de inacción del Movimiento en el exilio Norberto Abreu, residente en New York, buscó algunos miembros del 30 con los que reorganizó al Movimiento. Fue electo Coordinador de la Zona Norte. Lo acompañaron en la reorganización, entre otros: Francisco Verdecia, Elizardo Martínez y Manuel Ceballos.  El trabajo principal en esa época consistió en buscar y reincorporar a miembros del 30 de Noviembre residentes en la Zona Norte.

Francisco (Frank) Verdecia (1981 a 1982). - Verdecia sustituyó a Norberto Abreu como Coordinador de la Zona Norte. Bajo su mandato se redactó un reglamento y se inscribió la organización en Albany en 1981. Para su registración se nombró una comisión integrada por Frank Verdecia, Benito Filomía e Israel Abreu. En cuanto a militantes del 30 de Noviembre que lo ayudamos en la reorganización en la Zona Norte estaban los mismos miembros que buscó y ayudaron a Norberto Abreu en el esfuerzo anterior y algunos más que nos reincorporamos. Entre las actividades llevadas a cabo durante el período de Frank Verdecia se encuentra la creación de un plan de unidad de todas las organizaciones al que llamó Plan José Martí, muy importante, aunque no llegó a concretarse. La unidad del exilio cubano nunca ha sido posible.  

Rolando Infante, Antonio (Tony) Pons y Carlos M. Calvo (1982 a 1987).- Este período fue dirigido, sucesivamente cada 2 años, por los coordinadores de la Zona Norte: Rolando Infante, Antonio Pons y Carlos M. Calvo. Los acompañaron varios miembros, la mayoría aún están vigentes, como Rafael (Tony) Artiles, Pepín del Río, Jorge Dulzaides, Leopoldo Morgado, Lorenzo Cariaga, Israel Abreu, Felicita Infante, Belia Verdecia, etc.  Dos miembros que ya no están vigentes por haber fallecido también ayudaron en esta etapa: Frank Verdecia y Roberto Infante. En este período se trabajó principalmente en la reorganización del 30, aunque también se realizaron protestas ante la ONU y ante la Misión Cubana en New York; además, se efectuó una marcha conmemorando la fecha patria del 10 de mayo en 1984. Se comenzó una hora radial llamada “La Voz del 30 de Noviembre” y se fundó el periódico del Movimiento. Además, se editó una revista llamada “Lea”.

Luis Quintero (1987 a 1988). - En marzo de 1987 Luis Quintero comenzó a promover la reestructuración del MR-30-11 que había decaído mucho después de 1985. Convocó a una asamblea en los salones del restaurante Pachá de Miami para el 9 de julio de 1988. Hubo buena asistencia y fueron electos Hiram González, Coordinador o Secretario General y Luis Israel Abreu, Vicesecretario General.       
                        
Hiram González (1988 a 1993). - En este período con Hiram González como Secretario General e Israel Abreu, su Vice, el Movimiento logró cierta reactivación. Se creó una estructura basada en una coordinación general con las secretarías que hicieran falta. También se crearon dos secciones: la Sección Cuba con Rolando Infante como Director y la Sección Exilio con Gloria Lassales como su Directora.  Además, se reafirmó a Julio Padrón, Delegado Regional de la Florida y Carlos M. Calvo, Delegado de New Jersey/New York. En esta época se crearon las delegaciones de California con Luis Alvarez al frente, la de Venezuela con Pedro Hernández Rizo al frente y la de Puerto Rico dirigida por Alberto Matamoros.  En marzo de 1990 se convocó a un congreso en el Dupont Plaza de Miami.  En el mismo fueron reelectos Hiram González e Israel Abreu, Secretario y Vicesecretario General respectivamente. Poco después, en septiembre de 1991, fundamos en Cuba al Partido Democrático 30 de Noviembre “Frank País”, organización pacífica para impulsar la democracia en la isla. Algunos miembros de dicho Partido fueron: Jesús Canoura, Rafael Ibarra, Maritza Lugo, Osmel Lugo, Marcos Lázaro Torres, Anaika Paneka, Ada Kali, Joenni Alonso y Luis Campo Corrales, entre otros.  En cuanto a tareas relevantes ejecutadas en el exilio durante este período, para denunciar públicamente las violaciones de derechos humanos en Cuba, están: el encadenamiento de Abreu, amordazado, frente a las Naciones Unidas en marzo de 1988; el encadenamiento en la corona de la Estatua de la Libertad en New York en 1988, siendo los encadenados: Carlos M. Calvo, Onel Guarton, Jorge Dulzaides, Marcelo Cuervo e Israel Abreu. Es bueno aclarar que desde Miami vino a New Jersey Enrique Encinosa para mostrarnos la mejor forma de subir a la Estatua de la Libertad ya que su agrupación Abdala hacía muchos años había efectuado un acto de protesta parecido al que el Movimiento 30 de Noviembre pensaba efectuar. Otro encadenamiento para hacer conciencia de lo que sucedía en nuestra patria tuvo lugar en lo alto del Monumento a George Washington, en Washington DC, en agosto de 1989. Los encadenados en esta otra ocasión fueron: Orestes Calle, Armando Ferrer, Gloria Lassales, Jesús Pita y Marcelo Cuervo. En la Florida también tuvo lugar otra actividad de gran impacto, en Fort Lauderdale, donde un grupo de deportistas cubanos, encabezados por el campeón Alberto Juantorena, vinieron a una competencia en los Estados Unidos. El Movimiento 30 de Noviembre decidió concurrir a la actividad para contrarrestar la campaña pro comunista que los atletas cubanos desarrollaban cada vez que salían de Cuba. A dicho evento fueron: Hiram González, Rafael (Tony) Artiles, Agustín País, y el ingeniero Monzón, todos de La Florida.  Hubo un enfrentamiento verbal pero no pasó a mayores consecuencias.  Otras actividades importantes efectuadas durante dicho período fueron las siguientes: un Encuentro Nacional de Jóvenes Cubanos celebrado el 25 de noviembre de 1989, en West New York, New Jersey, con el objetivo de preparar el relevo de la lucha contra la tiranía comunista. El evento fue organizado por la Sección Juvenil del Movimiento 30 de Noviembre, Zona Norte, encabezado por los jóvenes Eglys Santos y Rafael Martel. Entre los participantes estuvieron, entre otros, los jóvenes Armando Alvarez, Ricardo del Río, Jesús Pita, Ignacio Abreu y María Abreu Goris de New Jersey y Orlando Gutiérrez, Yanisset Rivero y Yanet Oliva que asistieron de Miami. Por cierto, que este encuentro de jóvenes sirvió de inspiración para que al año siguiente Orlando Gutiérrez y demás miembros de su agrupación convocaran a otro encuentro, esta vez en Miami.                                                                 
El otro evento de gran importancia fue el celebrado en la Zona Norte en noviembre de 1992. El objetivo del mismo fue el de celebrar un aniversario más de la fundación del MR-30-11 y darle la bienvenida a distinguidos personajes, así como recibir una carta con una gran promesa para el futuro de Cuba. Los personajes a que nos referimos son el representante en los Estados Unidos de la organización opositora angoleña, UNITA, Marcos Samondo y el exgeneral del Ejercito de los EU y presidente de la Coalición Nacional de Veteranos de Vietnam, Thomas Burch, quien asistió acompañado por el que en esos momentos era el delegado del Movimiento 30 de Noviembre en Washington DC y expreso político cubano, Dr. Emilio Adolfo Rivero Caro.  Durante la clausura del acto fuimos gratamente sorprendidos con una carta que nos entregó el Sr. Thomas Burch. Dicha carta nos la enviaba la Fundación Internacional “David Livingston” en la que su Presidente, Lonnie Rex, se comprometía, una vez reinstaurada la democracia en Cuba, entregarle a nuestra organización, Movimiento 30 de Noviembre, la cantidad de $500,000.00 en suplementos médicos y otros suministros para el pueblo cubano. Dicha carta obra en los archivos del Movimiento 30 de Noviembre para hacer uso de ella una vez triunfe la democracia en Cuba. Desgraciadamente, ese momento no acaba de llegar.

Luis Israel Abreu (1994 a 2005). Al renunciar Hiram González al cargo de Secretario General, en julio de 1993, lo sustituyó Israel Abreu por ser su Vicesecretario, aunque con carácter provisional.  Al año siguiente se celebró un 2do congreso en el hotel Dupont Plaza de Miami siendo ratificado Abreu como Secretario General. De 1994 al 2005 fue reelecto sucesivamente como Secretario General. Le acompañaron como Vicesecretario General en los diferentes ejecutivos: Leopoldo Morgado, Jorge Dulzaides y Pepín del Rio. También formaron parte de sus ejecutivos hermanos que venían desde un principio con nosotros. Entre ellos: Rolando Infante y su esposa Felicita, Roberto Infante, Carlos M. Calvo, Antonio (Tony) Pons, Ricardo Vázquez, Hidalberto Sánchez (El Piche), Sergio Gatria y sus hijas Esther y Alina, Rafael (Tony) Artiles, Lázaro Machado, Emigdio González (El Cabito Oliva), Frank Verdecia y su esposa Belia, Gloria Lassales, Andrés Robaina y su esposa Miriam, Marcos Avelleira, Fernando Fernández, Lorenzo Cariaga, Agustín País, Paulino Fernández, Ismael Hernández Sarduí, los hermanos Eduardo y Enrique Pérez, etc. Por supuesto, me refiero a aquellos que en una forma u otra se mantuvieron siempre activos, por lo menos mientras su salud se los permitió. Nombrarlos a todos sería demasiado. Durante el mandato de Abreu se efectuaron varias actividades a las que llamamos de impacto, de menos impacto y de rutina.                                          Las actividades de impacto más sobresalientes durante este período de 1993 al 2005, son las siguientes: 1) encadenamiento a la entrada del Consulado de México en New York en 1993. Los encadenados fueron: Alina Gatria, Esther Gatria, Jenni Verdecia, Fernando Fernández y Dimas Infante; 2) encadenamiento a la entrada de la Misión Cubana ante las Naciones Unidas en 1994. Los encadenados fueron: Eduardo Sierra, Sandy Mojena, Andrés Robaina y Ricardo del Río. Con esta protesta se logró algo nunca visto. El gobierno de los Estados Unidos expulsó a dos funcionarios de la Misión Cubana por haber agredido a policías estadounidenses; 3) encadenamiento frente al edificio de Inmigración en Miami en 1994. Los encadenados fueron: Lázaro Machado, Marcos Abelleira, El Cabito Oliva, Tony Artiles y el Piche, entre otros; 4) encadenamiento a la entrada del Lincoln Tunnel en New Jersey/New York en 1995, cerrando ambas vías. Esta actividad se realizó conjuntamente con las Organizaciones Cubanas Unidas de la Zona Norte (OCU).  Algunos de los encadenados fueron: Miguel Morales, Evaristo Sotolongo, Angel Alfonso Alemán, Orlando Lima e Israel Abreu, entre otros; 5) otro encadenamiento tuvo lugar frente a la Bolsa de Valores en Wall Street, NY, a finales de 1995.  Entre los encadenados se encontraban, Pedro González, Miguel Morales, Armando Alvarez, Israel Abreu, etc. 6) Finalmente, no podemos dejar de contar entre actividades de gran impacto la denuncia hecha por Alina Fernández, hija de Fidel Castro, en octubre de 1995. Mientras que su padre decía mentiras dentro de la ONU, ella, desde la plataforma de un camión que hubimos de estacionar frente al edificio de las Naciones Unidas, decía que “su padre era un asesino y un mentiroso”.            En cuanto a otras actividades importantes, pero de menor impacto, tenemos las siguientes: se creó un “website” o página electrónica del 30 de Noviembre “Frank País”. Contribuimos en la fundación de las Organizaciones Cubanas Unidas (OCU) en la Zona Norte en la que participaron alrededor de 35 organizaciones. Sostuvimos una entrevista con la Premio Nobel de la Paz, Betty Williams, en Manhattan, NY, en 1996. Sostuvimos una entrevista en New York con el Relator Especial de las Naciones Unidas para Cuba, Dr. Carl Johan Groth, en 1997. Se efectuó un acto en Union City, NJ, para rendirle homenaje al Director de Radio Martí, Dr. Rolando Bonachea, el 10 de julio de 1998. Se hicieron llamadas telefónicas con los prelados cubanos Monseñor Maurice y el Obispo Dionisio García de Santiago de Cuba. Otra actividad no menos importante fue la ayuda financiera y propagandística que aportamos mensualmente al Partido Democrático 30 de Noviembre en Cuba. En febrero de 2002 fundamos el Comité de Ayuda a los Activistas de Derechos Humanos (en Cuba) a través del cual enviábamos ayuda a todas aquellas organizaciones opositoras dentro de la isla con las que teníamos contacto. Administraban dicho Comité, Luis Israel Abreu, Director Ejecutivo, Armando Alvarez, Vice Director y Sergio Gatria, Secretario de Prensa e Información. También trajimos al Padre José Conrado Rodríguez desde Santiago de Cuba a una visita a la Zona Norte en el 2003. Visitamos la Casa Blanca y nos entrevistamos con el presidente George W. Bush en el 2004. Visitamos en varias ocasiones a los congresistas cubanoamericanos en sus oficinas del Congreso para abogar por la libertad de Cuba.  Y en el 2004 fuimos a Las Bahamas a apoyar a un grupo de cubanos del Partido 30 de Noviembre que habían carenado en esas islas y el gobierno de Las Bahamas quería devolverlos a Cuba. Con esta gestión se logró que no los devolvieran y les dieran entrada en los Estados Unidos.
Otras actividades realizadas durante este período, cuyo propósito no era precisamente el de protestar sino el de hacer conciencia sobre nuestro problema, son las siguientes. Se impartieron conferencias nacionales e internacionales con el objetivo de promover la democracia en Cuba y en el mundo entero. En el plano nacional se efectuaron conferencias por la libertad y la democracia en Cuba en las siguientes universidades: Rutgers en 1990; Montclair en 1994; Jersey City State College en 1994; Princeton en el 2004; Instituto de Estudios Cubanos y Cubano-Americanos en el 2005; Universidad de Miami en el 2005 y en la Universidad de Columbus, Ohio, también en el 2005, donde asistimos invitados por la presidenta de la Coalición de Mujeres Cubano Americanas, Laida Arcia Carro. También dictamos conferencias en los municipios de Camajuaní, Fomento, Sancti Spíritus, Santa Clara y algunos centros más. Todo esto con el fin de denunciar ante el mundo los atropellos cometidos por la dictadura cubana contra su propio pueblo y para promover la democracia en Cuba. Mientras, en el plano internacional, asistimos a conferencias, en distintos países, para rendir testimonios sobre el caso Cuba y en respaldo a la democracia, tanto en Cuba como en aquellos países que carecen de ella. Dichas conferencias fueron organizadas generalmente por la Asamblea Mundial por la Democracia, con sede en Washington DC, a las que asistimos invitados algunas veces a través del Directorio Democrático Cubano. Entre las ciudades que visitamos con este propósito se encuentran:  Sao Paulo, Brasil, en el 2000; Durban, Africa del Sur, en el 2004; San José, Costa Rica, en el 2004 y Berlín, Alemania, en el 2005. Durante el viaje a Alemania asistimos a una conferencia en la Fundación Conrad Adenawer y también visitamos las oficinas del Parlamento Europeo donde nos entrevistamos con varios parlamentarios. El propósito fue siempre el mismo: buscar solidaridad para reactivar la democracia en Cuba y denunciar las violaciones constantes de los derechos humanos en la isla.                                                                                                                           
A finales del año 2005 se efectuó un Congreso del MR-30-11 en el Club Cubaneleco de Miami en el que se acordó cambiar la estructura de una Secretaria General con su ejecutivo por una Junta Colegiada integrada por 5 miembros. Acto seguido se celebraron elecciones generales para elegir la Junta Colegiada (Consejo de Dirección) resultando electos (por orden de número de votos): Luis Israel Abreu, Rolando Infante, Belia Verdecia, Hiram Gonzá1ez y Osmel Lugo. Sin embargo, Abreu renunció a formar parte de dicha directiva por no tener fe en que una organización combativa como la nuestra pudiera ser dirigida en forma colegiada.

Fin de la primera parte de la reseña del MR-30-11 en el exilio.



Tuesday, November 21, 2017

“Cuba en Estados Unidos: asimilación, transculturación y resistencia”

La revista Camino Real de la Universidad de Alcalá dedica su número 12 al tema “Cuba en Estados Unidos: asimilación, transculturación y resistencia” e incluye entre otros artículos “Las cuatro estaciones del Centro Cultural Cubano de Nueva York” del académico de la AHCE Iván Acosta. A continuación el índice de la revista: 
CRITICAL ARTICLES / ENSAYOS
  • Eliana Rivero. “En las márgenes de la ficción: aproximaciones étnicas al discurso autobiográfico latinounidense” (13-28).
  • Raúl Rosales Herrera. “Diasporic Postmemory, Mariel and Chantel Acevedo’s A Falling Star” (29-46).
  • Isabel Alvarez Borland. “The Silence of the Mother Tongue and the Ghosts of Ana Menéndez” (47-62).
  • Jorge Camacho. “Versiones, omisiones, errores y un apócrifo en las Obras completas. Edición Crítica de José Martí” (63-78).
  • Gregory Helmick. “Jacksonville Cubanía in James Weldon Johnson’s The Autobiography of an Ex-Colored Man (1912) and Along This Way (1933)” (79-98).
  • Andrea O’Reilly Herrera. “‘Sliding Into the Beyond’ : On Testimonio in the Cuban Diaspora” (99-114).
  • Diana Álvarez Amell. “The Strange Case of Narciso: Cirilo Villaverde’s Politics” (115-132).
  • José B. Fernández. “Major General Carlos Roloff Mialofsky: A Polish Mambí in the USA” (133-148).
  • Amauri Gutiérrez-Coto. “Negociando en la TV: Miami y La Habana”. (149-166).
  • Agustín de Jesús. “El arte de resistencia contra las marginaciones en la voz de una cubanoestadounidense” (167-184).
INTERVIEWS / ENTREVISTAS
  • Aitor Ibarrola Armendariz. “Privileged Subject / Observer of Cuban-American Relations and Migration Dynamics: A Conversation with Rubén G. Rumbaut” (185-200).
  • Iván Acosta. “Las cuatro estaciones del Centro Cultural Cubano de Nueva York” (201-220).
CREATIVE WRITING / CREACIÓN LITERARIA
  • Roberto G. Fernández. “The Big Bang” (221-226).
  • Ana Menéndez. “Big House in LA Sagüesera” (227-234).
REVIEWS / RESEÑAS
  • Magdalena L. Barrera. “Inés Hernández-Ávila & Norma Elia Cantú, eds. Entre Guadalupe y Malinche: Tejanas in Literature and Art” (235-236).
  • Pedro Cebollero. “Manuel M. Martín Rodríguez. Cantas a Marte y das batalla a Apolo: Cinco estudios sobre Gaspar de Villagrá” (237-238).
  • Édgar Cota-Torres. “Benny J. Andrés Jr. Power and Control in the Imperial Valley: Nature, Agribusiness, and Workers on the California Borderland, 1900-1940” (239-240).
  • Margarita López López. “Mario T. García. The Latino Generation: Voices of the New America” (241-243).
  • Richard More. “Frank de Jesús Acosta & Henry A.J. Ramos, eds. Latino Young Men and Boys in Search of Justice: Testimonials” (244).
  • Nuria Morgado. “Luis Alberto Ambroggio. Todos somos Whitman/We Are All Whitman” (245-246).
  • José Antonio Rodríguez. “Julie Sophia Paegle. Twelve Clocks” (247-248).
  • Ann Rosen. “Hipólito Acosta & A.J. Irwin. The Hunt for Maan Singh” (249-250).
  • Dexter Zavalza Hough-Snee. “Celia López-Chávez. Epics of Empire and Frontier: Alonso de Ercilla and Gaspar de Villagrá as Spanish Colonial Chroniclers” (251).

Saturday, November 18, 2017

Estadounidenses ejecutados por el Castrismo

Pedro Corzo, miembro de esta academia ha publicado un muy interesante trabajo en El Nuevo Herald sobre los muertos norteamericanos por el actual régimen cubanos. Aunque no sea ese el objetivo del artículo salta a la vista un detalle: la poca cantidad de ciudadanos norteamericanos muertos por el castrismo (18 incluidos tres de origen cubano de Hermanos al Rescate o 45 de acuerdo a Cuba Archive) en contraste con los alrededor de 8 mil muertos cubanos causados directamente por el castrismo. La idea de un supuesto enfrentamiento entre Cuba y Estados Unidos durante estos años se desmorona ante la disparidad de los números.

Estadounidenses ejecutados por el Castrismo

Por Pedro Corzo

La participación de estadounidenses en las luchas de los cubanos por la libertad se puede calificar de constante, un ejemplo heroico fue Henry Reeve, equivocadamente identificado como el “Inglesito”.

Reeve, en realidad, un yankee de Brooklyn, participó bravamente en la primera Guerra de Independencia de Cuba, herido en varias ocasiones retornaba a la lucha con el ardor que nunca perdió. Murió a los 27 años en el combate de Yaguaramas, con el grado de brigadier general del ejército Libertador.

En la lucha contra el régimen de Fulgencio Batista participaron coterráneos de Reeve, el más destacado fue el comandante William Morgan fusilado junto al cubano, también comandante, Jesús Carrera, el 11 de marzo de 1961 en La Cabaña.

Morgan fue precedido en el martirologio por otros paisanos  suyos. Robert Ellis Frost, derribado en febrero de 1960 por el fuego antiaéreo castrista, cuando piloteaba un pequeño avión en el cielo matancero.

En octubre de ese mismo año el capitán Armentino Feria desembarcó en Navas, Oriente, después de varios enfrentamientos, fue capturado junto a los 24 expedicionarios sobrevivientes, días después 10 fueron fusilados, entre ellos cuatro estadounidenses, Robert Otis Fuller, August K. McNair, Anthony Zarba y Allan D. Thompson.

La dolorosa relación se extiende. El 19 de abril de 1961, el estadounidense August K. McNair, operador de radiotelegrafía, fue fusilado junto a Francisco García Guardarrama, Narciso Bello Martínez, Eligio Caleb Suri Goicochea y Gilberto Betancourt Chacón, ninguno había cumplido los 30 años de edad. Habían entrado clandestinamente a Cuba por la provincia de Pinar del Rio para incorporarse a las guerrillas que allí operaban.
Ese mismo día, Howard Anderson, un hombre de negocios que residía en La Habana, acusado de ser agente de la CIA y contacto entre los diferentes grupos que combatían al régimen, fue fusilado al lado de los cubanos Juan Ramón Leal Estrada, Manuel Villanueva y Joaquín F. del Cueto Rodríguez, el primer venerable maestro masón ejecutado por la dictadura.

El 3 de junio de 1961, en la provincia de Las Villas, fusilaron a Williams "Bill" Patterson, ese año, en septiembre, ejecutaron en el paredón a William Horace Patten, quien había ingresado clandestinamente al país para colaborar en la creación de un frente guerrillero.

En Playa Girón, durante los combates, derribaron pilotos cubanos y estadounidenses, estos últimos, volaron voluntariamente a la isla para llevar suministros a los efectivos que combatían en la costa sur de Cuba porque los pilotos cubanos habían operado durante varios días de forma continua y sin descanso alguno.

En esas misiones, que cumplieron en contra de la voluntad de sus superiores,  fueron abatidos Frank Leo Baker, Riley W. Shamburger, Wade Caroll Gray y Thomas Willard Ray, quien sobrevivió a la caída del avión, pero fue asesinado en tierra por un disparo del oficial castrista Oscar Fernández Mell. Los restos mortales del capitán Ray, “Pete Ray”, fueron recuperados por su hija 18 años después.

De esta penosa relación no debe faltar el mayor de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, Rudolph Anderson, hijo, tumbado el 27 de octubre de 1962 por un cohete tipo Sam cuando volaba en un U-2 sobre Cuba durante la crisis de los misiles.

La crueldad del castrismo se hace más insensible con el tiempo. Derribó, en una acción de criminal soberbia, con aviones Mig de combate,  en aguas internacionales, a dos pequeños aviones desarmados que eran tripulados por jóvenes estadounidenses que no realizaban ninguna operación que pusiera en peligro la estabilidad de la dictadura. Así fueron asesinados, por orden directa de Raúl Castro, Armando Alejandre, hijo, Carlos Costa y Mario de la Peña y el joven cubano,  Pablo Morales.

Para esta criminal ejecución en el aire, la dictadura cubana contó con el apoyo de una red de espionaje que operaba al interior de Estados Unidos, que dirigía Gerardo Hernández, que junto a otros dos espías,  fue excarcelado por el presidente Barack Obama y enviados a Cuba.

Los crímenes de los Castro han trascendido las fronteras cubanas. Mucha de la sangre derramada en numerosos países, corresponde a su exclusiva autoría, el auspicio de la desestabilización y la subversión en el continente,  es una forma criminal de hacer política.