Thursday, November 30, 2017

40 velas en el cake del exilio (cumpleaños de El Super)

Un artículo del periodista Luis Leonel León sobre el cuarenta aniversario de El Súper, obra de teatro de Iván Acosta, miembro de nuestra academia. El artículo ha aparecido hoy mismo en el periódico venezolano El Nacional. Los dejamos con los primeros párrafos. ¡Felicidades Iván!:
40 velas en el cake del exilio (cumpleaños de El Super)

Por Luis Leonel León 
Si fuéramos a dramatizar esta escena me gustaría comenzarla así: el autor sujeta entre sus manos un gran pastel de cumpleaños con forma de máquina de escribir (una dulce copia de la que guarda en su librero, la primera que le compró su padre). Ha pasado el tiempo, pero a no ser por estas inusuales y merecidas celebraciones, ni él ni sus personajes se percatan de las 40 velas encendidas sobre un hermoso cake hecho en casa, en un hogar de exiliados cubanos, en un piso 42, en la Gran Manzana, donde Iván Acosta vive desde hace más de medio siglo. Casi toda su vida.
Allí, en Manhattan, escribió y estrenó en 1977 El Super, un clásico de la creación cubana. No solo de su larga e incomprendida diáspora: seres con el alma partida en dos, cuyas memoria e ilusiones retratan esta encantadora obra. Un destino del que no ha podido huir Acosta. Al contrario, ha sido el centro de sus invenciones, de su cotidianidad, aun después de tanto tiempo.
Durante cuatro décadas El Super ha demostrado poseer el raro don de escapar de sus páginas, del escenario o la pantalla, para instalarse en la –no menos teatral– realidad, desde donde una vez saltara a cautivar y sacudir la imaginación de su autor, testigo y protagonista de estas vivas escenas, esta cadena de sentimientos que parecieran condenados al eterno retorno. Muchos de los sueños y vivencias del artista multifacético que es Acosta, auténtico cubano de Nueva York, habitan el ADN de sus personajes. Antihéroes nostálgicos del desarraigo, que acuden a los dispositivos del humor como salvación ante los sueños imposibles, lo aterrador de cargar con el absurdo real, diario, violento, casi poético, de esa maleta vacía que siempre es el exilio.
El éxito de El Super se deberá siempre a la sencillez del texto, construido con situaciones y diálogos que nacen de la verdad, que no busca llamar la atención con hojarascas sino contar una historia real a través de personajes auténticos. De ahí que su estreno, dirigido por Acosta, conquistara en 1978 los más importantes premios ACE (Asociación de Cronistas del Espectáculo) de Nueva York en el apartado de teatro: mejor obra y mejor dirección, y colocara a su joven escritor-director entre los más interesantes dramaturgos cubanos e hispanos en Estados Unidos.
La película El Super (1979), primer largometraje de ficción de León Ichaso y Orlando Jiménez Leal, rodada en un sótano neoyorquino con casi el mismo elenco del montaje teatral de Acosta, es una perfecta traducción de la obra, desde el abordaje de las situaciones y los diálogos hasta el desempeño de los personajes. Sin duda es una de las mejores adaptaciones cinematográficas del teatro cubano. No en balde acaparó una veintena de premios internacionales, entre ellos el Gran Premio del Festival de Manheim, el Premio de la Association des Cinémas d’Art et d’Essai en el Festival de Biarritz, fue seleccionada como la Mejor Película del Año por la ACE de Nueva York, se exhibió en el prestigioso ciclo New Directors/New Films del Museo de Arte Moderno (MOMA) de Nueva York, y fue acogida en célebres festivales como los de Venecia, Montreal y Los Ángeles.
Esta tragicomedia (estatus del alma tan isleño, tan cubano) refleja cabalmente, entre risas, penas y anhelos, la experiencia de los desterrados de la mayor de las Antillas Mayores, luego de que en 1959 la llamada “revolución cubana”, que no es más que el castrismo, se sembrara en el poder y en el subconsciente colectivo de una nación herida, fragmentada, vilipendiada, incomprendida, incontada, en larguísima fuga. Tanto el texto como la película y los montajes teatrales que se han realizado de El Super amparan esa lectura, esa arcana emoción de saberse un antihéroe, casi feliz, casi héroe.
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