Sunday, August 27, 2017

Más sobre el escándalo de ICCAS

Por la importancia que tiene para la AHCE y para toda la comunidad de exiliados cubanos reproducimos acá nuevos materiales relacionados con el intento de cierre del Instituto de Estudios Cubanos y Cubanoamericanos (ICCAS) por parte del presidente de la Universidad de Miami (UM) y el retiro forzado de  Jaime Suchlicki, director del ICCAS. El periodista Andrés Reynaldo de El Nuevo Herald ha publicado dos artículos en las últimas semanas sobre el tema. En uno de ellos resumía la situación con vistas a una reunión que tendría el presidente de la Universidad de Miami con un grupo de líderes cubanoamericanos. En el siguiente, que le presentamos a continuación, resume los resultados de dicha reunión: 
Movida en el ICCAS

POR ANDRÉS REYNALDO 
Julio Frenk está conociendo a Miami. Al presidente de la Universidad de Miami (UM) le dijeron que el cierre del Instituto de Estudios Cubanos y Cubanoamericanos (ICCAS) era cuestión de coser y cantar. El exilio de línea dura (¿puede haber un exilio que no lo sea?) estaba liquidado. Eso le tienen que haber dicho. De modo que ahora se ha quedado en el centro de una guerra civil. Y el centro de una guerra civil sólo es bueno para la gente que medra en ambos bandos. 
El ICCAS era una aberración en la vida académica de Miami y, por extensión, de Estados Unidos. La única institución dedicada al estudio de Cuba que no descendía a la habitual corrupción epistemológica de los análisis sobre la dictadura de los Castro. Por ejemplo. Lo que en otros ámbitos y por otras voces se denomina como “gestores del orden” en el ICCAS se les nombraba como agentes de la Seguridad del Estado. Allí no se daban simposios sobre “los cambios que no se ven” ni se le pedía a la audiencia que no se le hablara de política a los académicos y escritores visitantes de la isla. Allí se desinflaban los habituales tupes de la dictadura sobre sus éxitos en la salud y la educación. Allí a la dictadura se le llamaba dictadura. En fin, era el espacio de encuentro entre la cultura libre del exilio y la isla. 
La extinción o conversión del ICCAS era imprescindible en el esquema contemplado ante una segura victoria de la demócrata Hillary Clinton, que acabaría de facilitar a Raúl Castro el tránsito de la dictadura sin mercado a la dictadura con mercado. Tal como decía Carlos Saladrigas, el principal promotor de este cambio-fraude, Cuba podía ser como China. Con esa expectativa, había que desmantelar las instituciones del exilio, parasitar sus medios, desplazar o cooptar a sus políticos. Miami, por lo menos el Miami cubano, podía ser como Hong Kong. Hillary no ganó, pero la misión sigue en marcha. 
El pasado viernes, Frenk aseguró a un grupo de líderes cubanoamericanos que el ICCAS se iba a mantener en pie. Con su independencia académica y su estrecho lazo con el exilio. Estos líderes serían consultados sobre la designación de un nuevo director. Hasta ahí estábamos de maravilla. Sin embargo, a principios de esta semana, el director interino del ICCAS, Andy Gómez, dio a conocer un memorando que resucita la crisis. Contrario al espíritu de la reunión, Gómez anuncia que ya ha iniciado las consultas con líderes de la comunidad. ¿Quiénes son esos líderes? No hay que ser muy listo para leer entre líneas. Gómez introduce en la ecuación a la facción colaboracionista del exilio y da por hecho que Frenk, lejos de considerarlo parte del problema, le ha encargado la solución. 
Para decirlo con las palabras del líder opositor Oswaldo Payá, asesinado hace cinco años por la dictadura: Gómez forma parte de una elite que no sólo coincide “con los métodos excluyentes e impositivos del Partido Comunista [respecto al pueblo de la isla], sino que en gran medida han coincidido en la promoción de la línea que atribuye a la oligarquía el papel protagónico en los supuestos cambios y piden el voto de confianza para el gobierno de Raúl Castro”. La elite de Saladrigas, del profesor Jorge Domínguez, que asesoró en la disolución del ICCAS, y de otros fideicomisarios de UM.Atención, señor Frenk, con la movida de Gómez. No sea que acabe comprando la censura al precio de la libertad académica.

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